Si bien los orígenes exactos de COVID-19 aún no se han confirmado, los investigadores conocen bien el vínculo entre el daño ambiental y las pandemias. Pero hay otro grupo de expertos que se han estado preocupando por la amenaza de una pandemia incluso antes de COVID-19: los pueblos indígenas. Gracias a sus conocimientos tradicionales y su relación con el mundo natural, saben desde hace tiempo que la degradación del medio ambiente tiene el potencial de desencadenar enfermedades.
A medida que luchamos contra la propagación de la pandemia, es más importante que nunca salvaguardar a estos pueblos y sus conocimientos. Sus territorios albergan el 80% de la biodiversidad del mundo y pueden enseñarnos mucho sobre cómo reequilibrar nuestra relación con la naturaleza y reducir el riesgo de futuras pandemias.
Además, los pueblos indígenas están buscando sus propias soluciones a esta pandemia. Están tomando medidas y utilizando los conocimientos y prácticas tradicionales, como el aislamiento voluntario y el cercamiento de sus territorios, así como medidas preventivas, difundidas y abordadas en sus propias lenguas.
Una vez más, nos muestran su capacidad de readaptación. Es por ello que el tema de este año con motivo de la celebración de su Día Internacional es “COVID-19 y la resiliencia de los pueblos indígenas” , ocasión para la cual preparan un evento especial que incluirá un panel de discusión sobre las formas innovadoras en que los pueblos indígenas continúan demostrando resistencia y fortaleza frente a la pandemia mientras se enfrentan a graves amenazas contra su supervivencia.
Organización de las Naciones Unidas
En Paraguay las comunidades indígenas están conformadas por cinco familias lingüísticas que agrupan a los 19 pueblos existentes. Con 493 comunidades y 218 aldeas o barrios indígenas, que totalizan 711 comunidades. Los pueblos Mbyá Guaraní (170), Avá Guaraní (124), Paĩ Tavyterã (61) reúnen el mayor número de comunidades.
En coincidencia con el tema escogido por la ONU este año 2020, los pueblos indígenas paraguayos han mostrado una alta capacidad de adaptarse a los contextos, y la pandemia no fue la excepción. Más que vulnerabilidad las comunidades indígenas han demostrado resiliencia.
Si bien, el concepto puro de resiliencia da cuenta de que es una capacidad que se puede construir en la mente del ser humano, la pandemia no dio aviso ni tiempo de hacerlo, es por ello que se destacan las capacidades de adaptación al implementar sus conocimientos ancestrales para combatir las carencias o la premura que exige un contexto así.
Algunos de los tantos ejemplos que pudimos conocer in situ, desde la Secretaría Técnica de Planificación del Desarrollo Económico y Social (STP) es el de comunidades de Calle 13 zona norte, calle 12 zona sur, calle 10 Santo Domingo y Cerrito Totora del distrito de Horqueta, departamento de Concepción.
Se ha podido corroborar que, a pesar de la crisis sanitaria, estas comunidades y sus familias se organizan por grupos para llevar adelante los trabajos. Ellos cuentan con viveros escuelas, donde los vecinos y socios de base organizativa se involucran en la producción de hortalizas de diferentes variedades, así también en la preparación de viveros forestales, frutales y medicinales.
Ante la adversidad han sacado a la luz todas las capacidades adquiridas tras una buena orientación , motivación, empatía y una absoluta autonomía. Estas familias de Horqueta, hacen que las iniciativas tengan mayor fuerza y que los resultados observados demuestren que los proyectos, con un acompañamiento adecuado son efectivos y no existen excusas cuando uno desea salir adelante.
Cabe mencionar que las actividades que desarrollan responden a la continuidad del proyecto de fortalecimiento de los Territorios y Áreas Conservadas por Pueblos Indígenas y comunidades locales (TICCA), implementado por la Organización OZAE. El mismo fue aprobado en el marco del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD).
Otro de los ejemplos es el citado por César Centurión, de la red de comunicadores indígenas de la comunidad Ypetî de los Mya Guaraní, residente en Aba’i departamento de Caazapá, en dicha comunidad aún no se tienen casos de COVID-19 porque cumplen la cuarentena y todos los mecanismo de prevención. Son aproximadamente unas 400 personas que pese a la crisis siguen dedicadas a la agricultura, la chacra con la siembra de maíz mandioca, para la alimentación y también la venta interna o intercambio.
Estos son solo algunos de los pocos ejemplos de cómo los pueblos indígenas son resilientes ante las cinrcunstancias y de cuán importante es preservar sus conocimientos ancestrales como se ha demostrado en la campaña “Entre Comunidades nos Cuidamos”, que difundió mensajes relacionados a los cuidados y otras informaciones importantes sobre el COVID 19, desde una mirada intercultural y desde la realidad que se vive en las comunidades indígenas.
Dicha campaña ha mostrado las alternativas que diversas comunidades indígenas implementan ante la necesidad de cumplir las recomendaciones de cuidado del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.
El uso de la lejía, pese a que no reemplaza al lavado de manos con agua y jabón, es una opción válida ante la falta de este producto entre las comunidades o incluso en muchos casos la falta de agua.
La iniciativa es impulsada por la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (FAPI), el Instituto Paraguayo del Indígena (INDI), la STP el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Día de las Buenas Acciones, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Pawanka y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). La misma lanzará también hoy, en coincidencia con la fecha conmemorativa, su segunda fase.