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El deber del cuidado: Un compromiso más que solidario

Una de las manifestaciones mas humanas que le dan sentido y valor a su existencia es la capacidad de cuidarnos primero, de cuidar  a las personas y  cosas que amamos y el lugar: donde habitamos. Así como la política encuentra en la resolución de los problemas un aspecto central  de su existencia así también todo colectivo humana procura cuidar de las cosas que nos hacen relevantes en el cuidado mismo.

El énfasis que colocamos en la tarea nos lleva a construirnos desde una concepción afectiva, moral, altruista o de deber, acaso el mas elevado rasgo del amor. Somos lo que hacemos en el otro. La posición que asumimos para con aquellos a quienes debemos signos de gratitud que se entremezclan con la idea misma de la dignidad.

Si uno quiere saber el grado de evolución de un pueblo debe ver como esa misma comunidad trata a las personas mayores y la manera como retribuimos el paso de ellas entre nosotros. No lo hacemos solo por caridad sino por razón de definición de nuestro carácter como seres humanos. Es en esa virtud que nos vemos retratados y construimos los valores de la sociedad que se constituyen en lo que se denomina cultura. La acumulación de valores de los cuales un grupo humano pueda sentirse orgulloso de verdad de haberlo cultivado que es origen etimológico.

El servicio por lo tanto es lo que nos define como colectivo. No lo hacemos por sentimientos cercanos al egoísmo y otras formas ventajistas sino porque creemos que haciendo lo que consideramos correcto reafirmamos nuestra razón y compromiso sobre la tierra. Los seres humanos perfilamos nuestro carácter en la manera como servimos. Si deseamos saber el grado de capacidad acumulativa de capital humano de cualquier grupo debemos observar que servicios damos y como lo realizamos. Los pueblos se hacen a partir de este valor que parte de las cosas mas pequeñas hasta aquellas mas complejas y difíciles. Aquellos que han hecho de todo eso una rutina de vida son los que alcanzan una mejor retribución en cálida de vida y en razón de orgullo.

Los tres elementos con se describe el alzamiento revolucionario de los franceses en 1889 se basaron en los  conceptos de : libertad, igualdad y fraternidad. Hemos avanzado mucho en los dos iniciales pero no andamos bien en lo ultimo. La idea de ser uno con el otro y de proyectarnos mas alla del ambito egoista de nuestros intereses todavia es una tarea larga y grande aun  no consolidado y en algunos sitios no realizadas. Las obras solidarias como las cooperativas, la que hoy nos convoca en la amplacion de un magnifico hogar de ancianos es un mensaje en esa dirección. No se han quedado solo con inaugurarlo y darle las mejores atenciones sino que van a por mas: la amplian para que esa casa que resume los valores el comunidad tengan un peso sobre aquellos que participan y viven la construccion de lo colectivo como valor en forma solidaria, digna y de proyección. Los que hoy participan de esta fiesta de la vida no lo hacen porque agradecen a los que han llegado a la felicidad de la vida a esta edad sino porque creen que esos son los valores de grituad que prefiguran el rasgo distintivo de la comunidad y el valor de la fraternidad perdida y extrañada en varios sitios.

Somos lo que hacemos

Los seres humanos nos definimos en esas cosas que nos apartar de la visión batalladora y hostil con que nuestros antepasados definirían sus relaciones y el sentido de sus vidas. No estamos nunca exceptuados que eso nos pase como los prueban los conflictos entre rusos y ucranianos  otra Hamas y los israelitas. La sinrazón de no reconocernos como seres humanos y la incapacidad de dialogar en formas altruistas de relacionamiento llevan a que los conflictos armados acaben en muertos, destrucción, desplazados y miles de heridos. Si tuviéramos mas ejemplos altruistas, mas practicas sinceras de relacionamientos, mas gratitudes hacia los que mas necesitan ..claramente viviríamos de manera mas pacifica y equilibrada.

El deseo de construir sociedades en equilibrio es también una verdad que se encuentra en las buenas acciones. Con ellas nos apartamos de la virulento manera de abordar nuestras diferencias para admirar el trabajo tesonero de aquellos que hacen el bien independientemente de su origen, credo o pertenencia. Vengo de un largo viajo por los Balcanes donde nació  una humilde sierva de Dios: Teresa  quien realizó una ciclópea labor entre los mas pobres de entre los pobres en la marginal Calcuta es hoy referencia de ortodoxos, musulmanes y católicos. Una monja nacida den Stopje hoy la capital de Macedonia del Norte es la referencia moral por su fuerza en el servicio en forma de denominaciones de catedrales, avenidas, aeropuertos y plazas en Albania, Kosova, Macedonia y otros sitios de los Balcanes . Los mismos donde la muerte tuvo su cita en una guerra de secesión a finales del siglo pasado con mas de 300 mil muertos. Que fuerza tiene el mensaje de una mujer menuda hoy Santa de la iglesia de la gran revolución del amor en forma de servicio y dación sincera. Ella es una síntesis de cómo ambas cosas pueden ser mas fuertes que el odio y la muerte.

Esa búsqueda del equilibrio debe tener su proyección en la forma de vida que adoptamos. Ustedes en Macachín son un ejemplo de una Argentina fragmentada y humidad en sus polarizaciones. En donde todos creen que pueden salvarse pero a costa del hundimiento del otro cuando en verdad la vida es una experiencia colectiva donde todos hacemos algo todos los días para vivir o para acabarnos. En ese sentido la fuerza del amor tiene un poder enorme como lo diría Kahane cuando afirmó que “el poder sin amor es yermo y el amor sin poder es inicuo”. Cuando amojonamos la solidaridad como en esta casa de ancianos estamos haciendo la verdadera política, la búsqueda y concreción del bien común y desde ahí marcamos el derrotero que queremos que la comunidad que desande para ver concretar una comunidad que crezca en educación, salud y compromiso cívico.

La ciudadanía no está solo en la referencia de nuestros textos legales tampoco acabe en la conformación de un partido político o la pertenencia a una cooperativa, ella en realidad vive de ejemplos concretos que la proyectan en la vida cotidiana de la gente. El ejemplo tiene un poder enorme mas que la teorización que hagamos de las cosas nobles. Hacerlas es lo que cuesta, declamarlas es una tarea simple.  Ser parte de un colectivo, decir que uno es miembro de una comunidad que tiene uno de las mejores casas de ancianos de todo un país en el medio de esta inmensa Pampa argentina es sobrada razón de orgullo para marcar el mojón que recupere las virtudes de los pueblos que supieron despertar por mucho tiempo la envidia y el orgullo de construir un colectivo en medio de tan dispares y distintas maneras de concebir lo común. Las naciones surgen de este tipo de ejemplos. Estas cosas son las que definen nuestra manera de ser y permiten proyectar y recuperar aquello que sabemos por la memoria de nuestros ancestros funcionarios siempre en toda Nación donde las costumbres, las normas, las instituciones y la gente pudieron crear una cultura basada en los valores de la solidaridad, la responsabilidad y el compromiso.

Valorar la vida

El origen de la palabra responsabilidad es hermoso, res: cosa  podere: ponderar. Es valor la cosa, la razón y el compromiso con el otro. Somos responsables en la medida que valoremos lo que somos y con quienes hemos construir el valor de lo solidario. El mismo que reitero se hace en el cotidiano de las buenas opciones. No hay epopeya mas grande ni batalla mas dura que la libramos de nuestros propios demonios internos que nos impiden crecer y ser en los demás. Esas son las cuestiones donde la responsabilidad emerge y nos proyectan. Cuando valoramos la vida y rendimos una homenajea en la calidad de trato y la dignidad de los cuidamos es cuando nos damos cuenta que hemos asumido responsablemente el valor y el sentido de la vida. Ahí es cuando le damos forma y sentido. Es cuando nos despojamos de nuestras miserias para asumir las grandezas de construir en acciones concretas muestras claras de la evolución y crecimiento como Nación.

La vida de los pueblos orientales dados a valorar la armonía por sobre la evanescente felicidad de nosotros se asiente en muchos de esos valores transmitidos de generación a generación y en donde el cuidado hacia los ancianos llenos de sabiduría, ejemplo y valor fortalecen el paso de las nuevas generaciones. Les demuestra que el camino de la vida se hace entre todos. Jóvenes y viejos, adolescentes y adultos en armonía. Nos cuesta mucho en los tiempos que nos toca vivir donde la tecnología reforzó el aislamiento, el invidualismo y la soledad. Nos limito en sabernos en a la conversación personal con el otro, en los gestos que nos delatan por su cercanía y en donde vemos crecer y envejecer la propia vida. He escrito en los tiempos de pandemia un libro llamado “El jardín pandémico” a partir de las cosa que pasaban todos los días en  mi jardín paraguayo al que no prestaba la suficiente atención para entender la vida. Tuvo que venir el aislamiento de casi dos años para ver el sentido de la vida en los ciclos de un jardín lleno de variedades de distintos orígenes y sabores en las frutas  que generosamente me ofrecía. Ni todo era tan negro con parecía sino solo lejano en percibir la vida en la cercanía de las cosas simples y en el trabajo solidario con el otro para sobrevivir a una pandemia.

Recuperar el sentido en el otro

Hoy todavía tenemos presencia de ese mismo confinamiento lleno de ejemplos de egoísmos del tamaño de las naciones, de odios soterrados, de temores compartido con la parca muy cercana a cada uno de nosotros. Requerimos reconciliarnos con la vida, con la cercanía con los valores que nos acercan y enriquecen en la cotidianeidad de nuestra existencia. Celebrar la misma con acciones que reivindiquen al genero humano notablemente agotado en su egoísmo, codicia, irresponsabilidad y falta de compromiso.

Todavía tenemos tiempo. La vida como celebración de lo cotidiana debe dar paso a un cuidado mayor a lo que somos. Hacer que las cosas que importan el ser humano, el medio ambiente, la cercanía con el otro y la responsabilidad de convertir al cuidado en un valor colectivo que haga desaparecer la idea del leviatán moderno que nos pretender absorber y devorar. Somos de nuevo lo que hacemos en el otro y en la manera como construimos los valores colectivos que viven todos los días y que le dan sentido y guía acerca del futuro.

Somos  parte de una generación que ha visto lo suficiente para no tener al pesimismo, la duda ni las angustias como única forma de explicar la realidad que nos toca. Ya las maldades han sido suficientes que requerimos nuevas formas de bondades que nos permitan hacer que las miradas optimistas se transformen en hechos reales y no en sueños tontos ni trasnochados. Vale la pena construir un espacio colectivo reconciliado por aquellas fuerzas enormes que construyeron espacios de civilización que tienen en Macachín y su fuerza cooperativa ejemplos mas que evidentes. Esto no seria posible si solo alguien hubiera puesto valores egoístas e individuales. No hubiera durado tan poco y gamas llevado a construir una casa de ancianos con los mas altos estándares de dignidad y de calidad. Eso solo se hace cuando un grupo humano decide anteponer los valores mas excelsos de la relacion humana y se despojan de toda mezquidad y limitacion. Nada vale mas que la vida y ella solo tiene sentido en la manera como tratamos a los mas débiles, a los mas ancianos y a los mas necesitan y requieren. Los pueblos egoístas solo recurren a la confrontación para creer la falsa ilusión de que están juntos contra un enemigo cuando cuando ese vive dentro de ellos. Dar es una manera de que el futuro nos pertenezca a todos en función de cómo tratamos a los que vienen del pasado. Un gran poeta georgiano Shota Rustaveli decía: “te pertenecerá todo lo que hayas dado y habrás perdido todo lo que hayas guardado”.  El gesto de dar no es un acto filántropo solamente, es un mensaje que enviamos a un futuro que no vamos a ver.

Darle sentido a la vida

Los actos humanos son los que finalmente nos reconcilian con la vida. Los que la dan sentido y adquieren dimension como valor colectivo. Habremos hecho un monto de cosas en nuestras vida pero lo que dejamos amojonados en forma de viviencias dignas son aquellas que guiaran como faros la navegacion de los que nos sigan en la vida. Cuidarnos y cuidar deben ser valores solidarios enderezados a recuperar los mas altos valores humanos que viven en el servicio, la fase mas elevada del amor.

La celebracion de la vida tiene sentido en cosas como estas que van mas alla de lo fisico, de lo estructural o de lo ediliceo, el gozo que representa ver la atencion a un grupo de sabios de la vida que requieren ser gratificados con una vida en dignidad es un poderosos mensaje que se envia en un mundo lleno de vanidades, egoismo y descalificaciones. Hacer patria en realidad es partir de ejemplos que nos congratulan a todos. Hacer una republica es rescatar los valores colectivos que son de todos pero que han sido secuestrados por los mismos egoistas e indecentes de mucho tiempo. El mundo requiere de anagogos, de aquellos que levanten  la gente de su postracion pesimista que hace aparecer que nada puede cambiar entre nosotros cuando hoy celebramos aquí en Macachín un verdadero mensaje revolucinario y transformador. De esos que necesitmaos hacer todos los dias en nuestras escelas, hospitales y centros civicos que llegan a millones de desheredados y marginados.

Recuperar lo colectivo

Argentina tiene en este pequeño ejemplo de dignidad una muestra de compromioso solidario con la dignidad del ser humano. De esos testimonios que nutren a los pueblos y los hace abrazar epopeyas de recuperar la dignidad, el compromiso, la responsabilidad y la mirada solidaria que nos haga a todos entender que la vida misma se hace en este tipo de tareas y en estos ejemplos de grandeza que dejen en su exacto sitio las miserias humanas que algunas creen es la unica manera de manifestacion que tiene la politica entre nosotros.

La busqueda del bien comun es esto. Es colocar un mojon de dignidad desde el cual solo pueden multiplicarse la buenas acciones y recuperar la fuerza de un mensaje de vida en donde el hacer cosas por los demás y en especial por los mas necesitados nos rescata como colectivo humano hacia metas que permitan volver a retornar a los valores de esta generación que hoy en esta casa le tributan un homenaje de gratitud singular.

Volver a la solidaridad con dignidad, a los compromisos con las cosas bien hechas, a la satisfaccion colectiva de rescatar la idea perdida de la fraternidad y mostrar el orgullo de las cosas construidad en solidaridad son muestras que suficientes que el optimismo de creer en un mundo mejor tiene sobrados argumentos de sutención

Benjamín Fernández Bogado
Benjamín Fernández Bogadohttps://benjaminfernandezbogado.wordpress.com/
Doctor en derecho, periodista y profesor universitario. Ha realizado estudios de post grado en las Universidades de Navarra (España), Oxford (UK) Minnesota, Syracuse y Harvard de los EEUU. De esta última ha sido Visiting Scholar en el 2008.

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