Cuando le preguntan a Don Julio Sanabria que significan los libros para él, sólo tiene una respuesta: “El poder de sostener”.
En medio de toda esta crisis, y como buen apasionado de la lectura, intenta llevar un pedacito de alegría, más allá de lo comercial, a las personas que se acercan a su modesto puesto de libros en la avenida Bruno Guggiari, casi Sajonia. Hace 38 años que se dedica al rubro gastronómico y a la par suele vender libros en plazas, calles, incluso ha trabajado con colegios. Al verse en aprietos ante la llegada de la pandemia y no pudiendo realizar ninguna de las actividades anteriores, con la ayuda de su suegra decidió salir a vender los libros a la vereda.
“Los libros son parte de mi vida. De niño armaba un mundo en una planta de pomelo, y considero que eran los libros los que me llevaban a esos viajes. Mi padre era un político colorado y ya en la adolescencia, en la etapa de la dictadura, con la rebeldía propia de esa edad, empecé a leer textos que me encausaban en otra mentalidad que contradecía con los ideales de mi padre. En aquel entonces mis libros fueron juntados y prácticamente quemados, yo no dimensionaba el peligro que corría en aquellos años, no entendía como algo tan noble podían traer inconvenientes, pero con el tiempo entendí que mi padre solo me protegía”, relató Don Julio.
Luego se interesó por la aventura y sus hijos crecieron con una colección enorme de Julio Veme en casa. Con el paso de los años llegaron las vacas flacas y con el apoyo incondicional de su mujer, “la guerrera”, como él la llama, comenzó a vender libros y así sostenía a la familia de 5 hijos, con lo mucho o poco que llegaba. En ese lapso de tiempo abrazó la gastronomía y hoy trabaja en la parte de eventos.
“Lo que siempre me llamó la atención es que a los paraguayos nos tildan de que no queremos leer, y hablando con las personas entendí que los libros eran caros, entonces coordiné con editoriales para que me facilitaran los libros con un precio accesible y quienes se acerquen a comprar pudieran encontrar, no el mejor de los libros lanzados, quizás, pero sí como yo les llamo, libros de segunda, tercera, cuarta, y quinta lectura, yo no les llamo libros usados”.
Afirmó que los precios son accesibles y en ocasiones sugiere títulos similares a lo que las personas están buscando y no encuentran lo que vende. “Si no te gusta, me devolvés y cambias por otro, siempre les digo”.
A los vendedores con los que habla también les comenta que se le debe respetar el espacio secreto entre el comprador y el libro. “Quien te va a comprar debe tener su momento, su ceremonia con el libro, debe tocarlo”, resaltó Don Julio.
Finalmente, manifestó su solidaridad para con sus compañeros que no están pudiendo trabajar.
“Entendí que en esta situación debe cambiar el concepto solidario de la gente que tiene más posibilidades económicas. Yo tengo la idea de golpear las puertas de todos los empresarios y la gente de poder con la que hemos trabajado para que desde la vereda de su negocio pongan una mesa de libros y que estén al frente personas que como los mozos no están pudiendo trabajar hoy. Una vez que todo esté tranquilo, la deuda que va a quedar será enorme y llegará un momento en el que necesitaremos esa tranquilidad emotiva”, concluyó Don Julio.