No es un error de tipeo, no nos estamos refiriendo a los OVNIS (Objetos Voladores No Identificados), sino a los “Votantes No Identificados”, jugadores claves dentro del proceso electoral, especialmente si se desea apuntar a un proceso de cambio.
Los partidos aferrados al poder tienen una estructura organizativa con una ingeniería extremadamente precisa: saben donde viven los que los votan, con qué periodicidad votan, si han recibido alguna ayuda desde las estructuras o si simplemente son un número más dentro la estructura prebendaría. Son los que con mayor precisión pueden saber qué cantidad de votos van a recibir y montan una estructura logística para que eso ocurra. Es decir, ya tienen una pregustación de su victoria o de cuántas bancas van a sostener o aumentar incluso antes del día de la elección.
Existen varios factores que pueden generar una ligera desviación en esos números, más ligada a fenómenos que no tienen nada que ver con el acto cívico en sí: lluvia, enfermedad, algún fallo en la logística de arreo, fútbol o lo que sea, pero sus números rondan cerca de la premonición inicial.
Lo único que no pueden controlar, lo que les da pánico, es aquella persona fuera de su sistema de información, el no afiliado, el que no acostumbra a votar, el que no ha recibido nada de sus manos. Aquellos NS/NR (No Sabe, No Responde) de las encuestas son su gran agujero negro y lo único que pueden hacer es encender velas para que esas personas que no responden a su estructura queden en sus casas vencidas por la apatía.
El “Voto Independiente” como también es llamado, es una oportunidad fundamental para construir procesos electorales más democráticos. Los partidos aferrados al poder ya tienen la seguridad de asegurar sus escaños con la baja participación sostenida por la estructura: llegar con lo justo es llegar de todas maneras.
¿Qué ocurre si un porcentaje no esperado de personas, no contabilizadas por las estructuras de poder, se levantan ese día de sus casas y deciden ir a votar? Es una pesadilla digna de una novela de Stephen King para las estructuras tradicionales, nada cuesta más caro que el voto gratuito, inesperado, sin ataduras. Si uno de cada diez “no votantes” acude ese día a votar, el perjuicio a las estructuras prebendarías puede ser devastador, ni qué decir si ese porcentaje aumenta considerablemente.
A poco tiempo de unas elecciones internas que van a definir lo que ocurrirá en nuestro país durante los próximos 5 años, lo más sano para construir un futuro prometedor para nuestro país es participar, convertir ese ausentismo en una presencia que marque la diferencia, que la voz de la ciudadanía se plasme realmente en las urnas y no solamente la voz de unos pocos que sostienen el engranaje de los círculos de poder que tanto flagelan y someten a todos. Recordemos que tenemos un poder más allá del de elegir: el poder de enseñarle a la clase política que tienen que estar a la altura de los desafíos que tenemos como país y que sus panfletos de propaganda deben de dejar de tener caras de personas que deberían estar siendo investigadas por la justicia. Mientras ése poder no sea ejercido, seguiremos siendo comandados por criminales y personas de dudosa reputación.