Frente a una plaza de San Pedro vacía, pero «llena», con la presencia espiritual de los fieles que siguieron a través de los medios de comunicación, desde el atrio de la Basílica de San Pedro, el Papa dio con el Santísimo Sacramento la bendición «Urbi et Orbi».
Ciertamente, se trata de un evento extraordinario presidido por el Papa, en un momento particular, cuando el mundo cae de rodillas por la pandemia. Un momento de gracia extraordinaria que da la oportunidad de vivir este tiempo de sufrimiento y miedo con fe y esperanza.
La Bendición «Urbi et Orbi», que normalmente se da después de la elección del Pontífice, el día de Pascua y Navidad, es propia del ministerio petrino, porque, recuerda el liturgista padre Arturo Elberti, se refiere a la ciudad de Roma, como obispo de la diócesis, y al mundo, como Sumo Pontífice. Y es una bendición a la que se adjunta la indulgencia plenaria, según el portal de El Vaticano.