Asunción se va en siglas, departamentos y oficinas… y nada de acción.
Un grupo de ciudadanos autoconvocados y motivados por una empresa privada se propuso limpiar de basura acumulada el cauce del arroyo Antequera. Pusieron manos a la obra y lograron retirar toneladas de residuos, especialmente solidos como plásticos además de metales y otros objetos que estaban obturando el libre curso de las aguas.
La Municipalidad de Asunción está llena de departamentos, direcciones, oficinas y huestes de funcionarios con fines similares. Veamos: Departamento de Recursos Naturales y Adecuación Ambiental, Unidad de Recursos Hídricos y Suelo de la Dirección General de Gestión Ambiental, Dirección de Vialidad de la Dirección General de Obras y la Dirección de Servicios Urbanos, Departamento de Control Ambiental, Unidad de Asesoría Técnica y Ambiental, Plan de Acción Sanitaria y Ambiental, Protocolo Sanitario Institucional… y siguen las siglas y los nombres, cada uno más creativo que el otro. La pregunta que cabe en este caso es. ¿Qué demonios hace toda esa gente aparte de llenar papelitos membretados?
Mientras tanto, organizaciones vecinales aliadas a una oenegé ambientalista y con una empresa privada recicladora como final de la cadena, encontraron la forma de disponer de la basura evitando el relleno sanitario, reciclando residuos y hasta abriendo la posibilidad de generar energía limpia como culminación del proceso. Lo que se dice, una formula ganar-ganar en la que los vecinos salen favorecidos, un arroyo limpio y una serie de subproductos con diversos grados de valor de mercado.
Es decir, algo que debió haber encarado la Municipalidad de la capital a gran escala terminó haciéndolo el ciudadano, harto de tanta desidia y abandono. A estas alturas, disponer con eficiencia de la basura es cosa corriente en ciudades de todos los tamaños, por ejemplo, la española Valencia, que recicla el 100% de sus residuos y está inscripta en el programa de la Unión Europea que busca pasar de una economía lineal a una circular, a fin de rescatar y separar reciclables a ser reintroducidos en los procesos productivos.
Asunción, en cambio, sigue con el jurásico método de juntar desperdicios y tirarlos en un basural con influlas de relleno sanitario, un dinosaurio ambiental muerto y resucitado varias veces por el MADES.
Tapar baches y juntar la basura es el servicio mínimo exigible a un municipio. Aquí, ni eso es viable.
