Uno de los más célebres escritores alemanes del siglo pasado pertenecía al Partido Colorado. Por más que no está expresado directamente en su literatura, una de sus frases célebres lo deja muy claro: “Encuentra aquello que amas y deja que te mate”.
Este pensamiento lo deja clarísimo, más en tiempos donde vemos que personas que no tienen nada, se desviven por que su partido, el que los apasiona y aman ciegamente, al punto de humillarse tirándose a una piscina para hacer hurras, al punto de gritar y gritar hasta quedar afónicos, aunque no quede nada en los bolsillos y tengamos una letrina en casa, si es que tenemos casa, al punto de formar horas y horas de fila para rendir pleitesías, entre otras humillaciones cotidianas a las que se exponen aquellos que aman a lo que nos está matando.
El cuco de “los otros son peores”, cosa que a ciencia cierta no podemos saber, porque hace 70 años gobierna ese partido que nos está matando, ha sido la mejor puesta en práctica del sistema de propaganda goebbeliano de mentir sistemáticamente hasta que parezca que lo que decimos es verdad. Tenemos la peor educación de América latina y una de las peores del mundo, el desempleo aumenta cada día, un millón de paraguayos tienen emergencias habitacionales, se duplicó nuestra deuda externa en los últimos diez años, aunque no veamos el fruto de ese endeudamiento en obras o en la mejora de calidad de servicios.
Seguir amando al partido colorado es seguir dejando que nos mate. Las falacias que se repiten como disco rayado sobre la macroeconomía y las obras, hacen eco en nuestras mentes ya debilitadas por haber recibido una educación paupérrima, por creer que es un logro personal aspiracional ganar un salario mínimo, cuando en realidad un salario mínimo en los países vecinos es simplemente un referencial, mientras que aquí es una bendición.
Se llenan la boca diciendo que vamos a estar mejor, pero son ellos los que construyen sus casas en terrenos municipales, los que incluyen a sus parientes en las nóminas de la función pública, los que si quieren van a trabajar y si no quieren, no pasa nada. Tuvieron 70 años para mejorar algo, pero siguen matando, día a día, la esperanza de millones de paraguayos de vivir dignamente.