“Después de un apasionado beso a un sapo, la princesa con ansias espera la aparición de su apuesto príncipe azul para ser felices por siempre…” Todos conocemos la romántica historia, pero en esta nota no les vamos a hablar sólo de besos, príncipes y sapos, sino de la necesidad de cuidar y proteger estas especies, importantes para el equilibrio del ecosistema.
Muchos rechazan a estos anfibios por considerarlos “repugnantes a la vista y el tacto”. El ingeniero agrónomo y asesor en gestión ambiental, Luis Recalde, contó que esa especie de miedo viene de una cuestión cultural que suele ser transmitida, sobre todo los occidentales modernos sienten ese rechazo hacia los sapos.
“En realidad muchas personas que los desprecian cambian de opinión con unos minutos teniéndoles cerca, hablándoles y tocándoles”, dijo el especialista.
Los anfibios son responsables de mantener el control biológico de algunos insectos, como los mosquitos, y contrario a los que muchos piensan, son indicadores de un bosque bien conservado y un ecosistema sano. Han estado en el planeta desde hace más de 300 millones de años y en la actualidad alrededor del 40 % de las especies de este grupo biológico están en riesgo de extinción.
¿QUÉ ES LA BUFONOFOBIA?
La bufonofobia es el miedo irracional a los sapos, un miedo limitante que puede recluirte en casa para no tener que encontrarte con un sapo. A veces salen por televisión o puede que estés con amigos y alguien comente algo de un sapo, la sola mención a este animal provoca todos los síntomas de ansiedad y ahí descubres tu trastorno fóbico.
Las reacciones más frecuentes son la respiración entrecortada que llega a la sensación de ahogo, las palpitaciones, los sudores, los temblores, el hormigueo en piernas y brazos, los mareos, las náuseas o los escalofríos. Es una crisis de ansiedad en toda regla que puede llegar a un ataque de pánico.
Entre las principales causas por las que desarrollas la fobia está que algunas especies de sapos son venenosas y tal vez se hace esa generalización del peligro hacia el sapo común, que en realidad no puede hacer daño.
Puede existir también un factor cultural por ser un animal presente en los cuentos infantiles que se asocia al rechazo y del que hay que cuidarse.
¿QUÉ HACER SI VEO A UN SAPO EN CASA?
Cuando en casa veas a un sapo, a decir del ingeniero, es porque ese ambiente suele ser adecuado para ellos, por ende, lo mejor es no intervenir, pues no representa ningún peligro, excepto si tenés perros en casa.
“Los peludos suelen masticarlos y los sapos tienen una sustancia tóxica que les puede lastimar. Si tenés mascotas y ves un sapo en casa, lo mejor es retirarles con las manos bien limpias y llevarle al área silvestre más cercana”, explicó el experto.
¿El PRÍNCIPE PARAGUAYO?
Recalde comentó que solo existe una especie de sapito endémica de Paraguay, se llama Melanophryniscus Paraguayensis, y habita en sabanas chaqueñas. Fue descubierta en el 2007 por los herpetólogos Jorge Abel Céspedes y Martha Motte. Se trata de un anfibio de tamaño pequeño, robusto y globoso, con un largo total de entre 20,5 y 25,6 mm, de piel rugosa y hocico redondeado y corto.
Mayormente es de color negro, con un fino salpicado de color amarillo y rojo intenso (dando un aspecto similar a un reticulado) compuesto por manchitas pequeñas. ¿Irías hasta el Chaco Paraguayo para encontrar a tu príncipe azul?
UN SAPO DE MASCOTA
El ingeniero no recomendó tener un sapo en casa como mascota porque traería una serie de problemas de conservación. Los sapos no se deben ni comprar ni vender, según indicó.
Mencionó que en las ciudades se suelen adaptar bien siempre que exista una cantidad mínima de verde, en las zonas más urbanas, quizás no porque los sapos necesitan reproducirse en charcos de agua limpia.
“El mundo de estos anfibios es muy curioso. Todas las formas conocidas de cuidado de las crías ocurren con ellos, muchos llevan sus huevos sobre el lomo o dentro de su boca, son muy interesantes estas especies”, explicó Recalde.
SU ROL EN EL ECOSISTEMA
Son depredadores de una gran cantidad de invertebrados, como insectos y arácnidos. Entre los insectos de los que se alimentan los anfibios, hay especies nocivas para el ser humano, como las que transmiten enfermedades como el dengue, el zika o la malaria, o bien insectos que son plaga de cultivos agrícolas, como langostas y algunas especies de escarabajos.
Las principales amenazas que enfrentan hoy se relacionan con la pérdida o deterioro del hábitat, la contaminación, las especies invasoras, la sobreexplotación, las enfermedades infecciosas, así como el cambio climático, pues son expuestos a pérdida del hábitat, lugares contaminantes, introducción de especies invasoras, cambio climático, con el aumento de la temperatura, la desecación temprana de las masas de agua, y la muerte de las larvas que no tienen tiempo de completar su metamorfosis.