Por Carlos Ibarrola
Al tiempo que Asunción cumple 483 años, Mario Abdo alcanza los dos años de mandato. Dos años que ya son demasiados para un hombre sin carácter, sin liderazgo, sin movimiento y, hoy por hoy, sin ninguna autoridad. Cuyo único logro al que podría aspirar hoy es llegar a la entrega de mandato el 15 de agosto de 2023.
Fue Mario Abdo el que, con su pobreza mental e intelectual, entregó el bastón de mando a Horacio Cartes cuando, apenas, al año de gobierno intentó en secreto empeñar Itaipú al Brasil. Pocas personas tienen las luces para fraudes de tamañas proporciones, porque hasta para ser corrupto hace falta un poco de talento.
Fue Horacio Cartes —sindicado como cabeza de una compleja organización dedicado al contrabando de cigarrillos y al lavado de dinero, según la DEA— quien tomó la conveniente decisión de salvarlo del juicio político. No hay criminal en el mundo al que no le guste tener en su nómina de colaboradores a una autoridad influyente, ni que decir un presidente genuflexo. Ya que, además de ser conveniente, seguro hasta le resulta divertido maniatarlo.
Lo que no estaba en los planes de Horacio es que Darío Messer contara parte de lo mucho que sabe sobre él y lo vincule de manera directa a delincuentes, contrabandistas y narcotraficantes, y encima testifique que gracias a él y a su dinero, pudo huir y mantenerse oculto de la justicia paraguaya y brasileña.
Al «Patrão» claramente no le preocupa la justicia paraguaya, ese poder del Estado —junto con la Fiscalía— es prácticamente un anexo más de su organización, lo desechos de sus operaciones allí se higienizan, convirtiendo al Paraguay en el búnker de la mafia, del contrabando y del lavado de dinero. Aprovechando la avidez desmesurada que la clase política demuestra por el dinero, sin importar su origen. Claro está, que dinero es una de las pocas cosas que le sobran a Cartes.
Superamos la barrera de los 100 muertos y los casos positivos de COVID-19 por día son alarmantes. Los 1600 millones de dólares han desaparecido, la gente se ha encerrado, ha quebrado, se ha empobrecido y ahora tiene que enfrentar al virus por sus propios medios, porque el gobierno no supo comprar un solo barbijo sin apropiarse de lo ajeno y, por si fuera poco, ahora anuncian que los test de Covid 19 correrán por cuenta de la ciudadanía.
Asunción festeja 483 años en medio de una situación sanitaria en franca descomposición, con un Gobierno que persigue y culpa a la gente humilde de la falta de control sanitario, mientras sus fuerzas de seguridad escoltan y protegen al contrabando y a todos sus actores antes y durante la cuarentena —y seguramente también después—, para ellos no hubo aislamiento, tampoco para los amigos de la mafia ni para sus familias.
En este contexto se realiza la boda de la hija del «Patrão», en medio de una decadencia social y moral absoluta. Algunos medios de prensa titulan “la boda del año” a un evento que lo único que hace es demostrar el poder del crimen organizado, la sumisión de un Estado genuflexo y el desprecio hacía todo un pueblo que aún no sabe si será capaz de soportar tres años más de esta «Concordia Colorada», que no es otra cosa que un quid pro quo de impunidad y corrupción, lo que no es inusual. Sin embargo, la novedad radica en que hoy el partido de gobierno controla casi todas las instituciones como nunca antes hemos visto, constituyéndose en una verdadera amenaza, sin precedentes, para nuestro sistema republicano.
Foto: Nathalia Aguilar.