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Y un día Payo se fue

Llegó aquel 1 de julio de 2018, ocupando una banca con la expectativa de una gestión que marcaría una incomodidad, un constante temor en algunos de sus colegas, una inevitable discusión que pondría en ridículo la honorabilidad de sus pares. El Payo Cubas que ingresó a ocupar un curul sabía cuál era su misión dentro del esquema empobrecido de la clase política.

Armar quilombo. Si así se perfiló y el show formó parte de la sala de sesiones del Senado. Una sala que no estaba acostumbrada a las verdades ni a las palabras que acabaran con la paciencia. No estoy muy de acuerdo con la práctica violenta de los actos del hoy ex Senador Paraguayo Cubas. Pero tampoco debo de desconocer que existe un sector de la sociedad que observaba con atención, admiración y festejo los enfrentamientos al que sometía Payo. Esos aplausos no es causal, esos aplausos tienen sus causas, sus argumentaciones que se sustentan en la indignación hacia los privilegios de unos cuantos.

Me queda en el tímpano las declaraciones que el Senador Enrique Riera ha manifestado en la última sesión. “Pongámonos las pilas y hagamos que la democracia ande con contenido social, sino queremos que los Payos ganen elecciones”. A esto, le agregaría, que las baterías de algunos ya ha cumplido su vida útil y lo mejor sería que también puedan irse como se fue Payo.

El futuro no se puede predecir pero se puede imaginar. De aquí a 4 años vamos a tener seguro a otros Payos que se incorporaran a la desgastada clase política y sin dudas, después de todo, hay sectores que ya lo ven a Paraguayo Cubas en el Palacio de Gobierno. Es mérito del ex senador pero también el ex senador existe gracias a el nivel de autoridades que nos tocan y que no comprenden que la paciencia tiene límites, que la democracia no implica sol libertad de elegir, sino también seguridad de ser gobernados para que las cosas mejoren.

Columnistas
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Expertos en Historias urbanas.

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