Evidentemente las Fuerzas Armadas representan mucho de la historia del Paraguay, una nación que ha tenido que enfrentar guerras internacionales en las que ha forjado su carácter, pero muy lejos de lo que aconteció en estas últimas horas cuando un General de división y además, Director de Altos Estudios Estratégicos es descubierto robando en una tienda de ropas, esto nos demuestra que algo grave está pasando en el interior de nuestras instituciones castrenses, que han perdido la motivación, la nobleza, el hecho de entender que en democracia, no se deben hacer esas cosas y si ocurren, serán castigados de acuerdo a las normas.
Todas estas cuestiones, que anteriormente se uniera la palabra honor militar, se ha visto completamente rebajado en el accionar del General Cáceres, esto también, nos debe llevar a pensar qué hacer con nuestras Fuerzas Armadas, que los tiempos de la dictadura militar de Stroessner, fue el brazo ejecutor de su política en todos los campos y muy dada las Fuerzas Armadas también a los excesos.
El proceso democrático no ha sido fácil y especialmente con Lino Oviedo, que se creía destinatario a reproducir el mismo concepto detrás Stroessner durante 35 años, aquello acabó de manera trágica con la muerte de Argaña, el exilio de Oviedo, su retorno rocambolesco y su final trágico en un accidente de helicóptero. Desde ese momento los militares han perdido fuerza y razón en democracia, pero no han encontrado su rumbo, su destino, tampoco los demócratas han sido capaces desde las estructuras del Gobierno decirles cuál es su nueva misión, qué es lo que debieran hacer, y si no, qué es lo que tendrían que reformarse para ser.
Cuando este Gobierno intentó el Servicio Militar Obligatorio, se armó una manifestación quejumbrosa de jóvenes diciendo que no irían a esos cuarteles, finalmente el actual titular de defensa, Soto Estigarribia, muy cercano de Duarte Frutos, reculó en la decisión y afirmó de que no va a ser obligatorio, como también lo establece la Constitución de Paraguay. En definitiva, nuestras Fuerzas Armadas, después del escándalo del General Cáceres, necesitan ser repensadas con urgencia y destinada a un propósito claro, en donde los niveles de selección y de promoción estén dados por criterios rigurosos de honestidad, de eficacia y de capacidad.
