Este domingo tuvieron lugar en Venezuela las elecciones parlamentarias, cuyos resultados no han sido reconocidos por el gobierno de USA, la Unión Europea y el Grupo de Lima, pero ¿cómo es posible que un sistema electoral de la más alta tecnología y con veedores internacionales resulte un fraude? Para despejar esa enrome confusión, debemos remontarnos a la antesala de esas elecciones.
Maduro intentando eludir las sanciones y su brutal aislamiento internacional, optó por salir de la vieja directiva del Consejo Nacional Electoral nombrando una nueva, pero que en esencia era igual, 4 de los 5 rectores son fieles chavistas. No conforme con ello, ampliaron las inhabilitaciones electorales a los actuales diputados de la Asamblea Nacional, incrementaron el número de parlamentarios de 165 a 277 miembros y finalmente, el chavismo vía Tribunal Superior de Justicia se apropió de los más emblemáticos partidos opositores. Por todo ello la OEA, MERCOSUR ni la UE enviaron Observadores Electorales para dicha farsa electoral.
Tras la ausencia de observadores internacionales institucionales, Maduro acudió a sus viejos amigos del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla de donde salieron los altamente imparciales veedores, tales como el ExJefe del Gobierno Español José María Zapatero, Manuel Zelaya de Honduras, Piedad Córdova de Colombia, Rafael Correa de Ecuador, Evo Morales de Bolivia y Fernando Lugo de Paraguay. Además de delegaciones de veedores de robustas democracias como la de Irán, Rusia y Turquía.
Durante la jornada electoral marcada por el ausentismo, CNE en un aparente acto irracional, extendió la apertura de los centros electorales hasta la noche. Tiempo en el cual los milicianos entraron a los barrios y edificios para obligar a los ciudadanos a ir a votar. Pero ni las amenazas, ni su operación remate pudieron cambiar la realidad irrefutable, el rechazo del pueblo venezolano expresado en una monumental e histórica abstención.
Ahora bien, los números del 6 de diciembre son realmente reveladores, pues, de un padrón electoral de 21 millones de electores, apenas el 16% sufragó de los cuales dos tercios quedaron para el chavismo y un tercio para fuerzas no chavistas. La pregunta obligada es ¿ahora qué sigue?
Del lado del chavismo y Maduro, veremos que retorna a una posición cómoda, tras retomar el control del órgano legislativo, normalizando la gobernabilidad autoritaria. A la vez, desplegará una ola represiva a escala nacional que empujará al exilio o la cárcel al Presidente Encargado Juan Guaidó, los actuales Diputados y también a factores de la sociedad civil como las ONGs que velan por derechos humanos y que fueron claves en reciente el Informe de Michelle Bachelet. En crudo, se consolida
Venezuela como la Cuba sudamericana incapaz de retornar a la democracia por la vía electoral.