La cantidad de facultades de medicina en universidades en el Paraguay siempre ha llamado la atención, especialmente acerca de dónde saldrán los maestros para tantas unidades pedagógicas.
La otra cuestión que apareció es el negocio que supone aprender medicina en el Paraguay y volver a sus países, especialmente el Brasil y algunos países africanos a ejercer la tarea, ya que en esas naciones son muy estrictos a la hora de admitir a futuros galenos.
En el Paraguay tenemos hoy un problema: muchos de los centros académicos que forman a futuros médicos no tienen lugar donde hacer las tareas prácticas, que es fundamental para esta profesión.
En muchos de los casos, incluso la disponibilidad de lugares en algunos sitios del interior del país, como Pedro, Juan Caballero, no se compadecen con lo que tendría que ser la etapa de formación, porque no existen los especialistas, porque no van todos los días o porque sencillamente la cantidad de camas es muy inferior a la cantidad de alumnos o futuros médicos que puedan practicar en esos hospitales o hacer su etapa de formación final.
En definitiva, estamos viendo una situación que puede todavía volver mucho más precaria la salud en el Paraguay, con médicos muy pobremente formados, sin ningún nivel de entrenamiento y especialmente con convenios que van legalizando la condición de mediocridad, hechas especialmente con el Gobierno.
Muchas de estas facultades no han sido incluso admitidas por la agencia acreditadora del Paraguay, sin embargo, han firmado convenios con el Ministerio de Salud o con el Instituto de Previsión Social para que sus alumnos tengan horas de práctica de sus nosocomios.
Ya estamos muy mal en términos sanitarios y la pandemia desnudó todavía las cosas en forma mucho más gravosa para que continuemos por el mal camino de decir que estamos formando a personas mediocres que pondrán en riesgo la vida de aquellos que lleguen a consultar o a ser tratados por ellos.