Ya lo hicimos antes y volvemos a preguntarlo: ¿En manos de quiénes está poniendo el Presidente de la República las instituciones del país? El episodio aún reciente de CONATEL, con el vergonzoso traspase de la presidencia –momentáneo es cierto y por eso, aún más inexplicable- a una persona sin la menor calificación para ejercerla, pareció un mojón difícilmente superable. Pero no debió pasar mucho tiempo para que ese record fuera perforado. La entronización en uno de los ministerios más gravitantes para la economía de una persona con apenas “primer curso mbareté” nos cubre de vergüenza anticipada. Porque si bien podríamos disimular el trago amargo localmente, estremece suponer lo que este “ministro” podría hacernos padecer en los estrados internacionales. Tendrá que alternar con colegas de Uruguay (posgrado en gerencia agroindustrial), Argentina (abogado, expresidente de la SRA), Brasil (ingeniero agrónomo) o Chile (técnico agrícola), toda gente con extensa trayectoria en el mundo de la producción.
¿No tenía el presidente un candidato más presentable? Y no estamos hablando sólo desde la estética social y protocolar del cargo sino esencialmente desde la gestión que tendrá que cumplir en áreas clave que generan más del 60% de las divisas que entran anualmente al país. El agro y la ganadería, de alta tecnificación, con tensiones de competitividad más altas que nunca y que trabajan con ciclos cerrados de producción que no admiten demoras ni postergaciones, no pueden estar en manos de un paracaidista que llega a tierra extraña sin la menor preparación para hacerse cargo de obligaciones tan pesadas.
Nunca antes los gremios de la producción habían reaccionado con tanta unanimidad en contra de una decisión gubernamental. Los productores agropecuarios suelen ser gente medida en sus expresiones, algunos hasta excesivamente conservadores. Pero todos, aún los más introvertidos, salieron de sus caparazones para condenar enérgicamente un nombramiento que coinciden en calificar de improvisado. Uno de los pronunciamientos exhorta al presidente a “entender de una buena vez que el campo representa lo más importante en la economía del Paraguay”. ¿”De una buena vez”? Nunca antes los gremios habían hablado tan fuerte y claro al poder.
¿No le dice nada eso al Sr. Presidente de la República?