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Una siesta de verano en la Cordillera

Caacupé es una ciudad situada en la Cordillera y capital espiritual del Paraguay y es también el poblado donde pasé muchos veranos en mi niñez. Mis abuelos paternos recibían a hijos y nietos en tribu con la excusa de celebrar algún cumpleaños o fecha relevante que hiciera que todos tomemos carretera rumbo a la Cordillera. Allí fue donde aprendí la importancia de la siesta y la relevancia del descanso. 

Recuerdo perfectamente esos veranos. Eran tiempos de ausencia de obligaciones, donde la infancia consistía en disfrutar plenamente de la libertad, exentos de responsabilidades y sobrantes de tiempo para jugar, dormir y comer. El calor sofocante del verano en Paraguay era una invitación a niños y adultos a parar un rato, a reposar en un cuarto con ventilador o en una hamaca debajo del  árbol de mango. Eran siestas cortas de quince o treinta minutos, que reseteaban la mente, mejoraban el ánimo y te dejaban como nuevo, ¿en qué momento dejamos de descansar?. Hicimos una virtud el hecho de llegar tan agotados a casa y perdernos de eso que más importa, una cena con amigos, una larga sobremesa con la familia o un “power nap” que revitalice nuestra humanidad y resetee el cerebro. 

Llevo años de haber dejado de lado la siesta. Este era para mi un lujo de pocos y un tiempo de ocio que inclusive juzgaba con dureza, envidia y enojo. Hasta que en diciembre pasado volví a descansar… Ahhh que placer tan necesario y que bonito fue recordar esos primeros años de silencio y quietud, pausa y lentitud. Era el ritual que tanto disfrutaba, pero que, con el estrés del trabajo y la excusa de siempre andar corriendo, había olvidado.

El verano pasado y como una ceremonia ensayada de cuando tenía ocho años, fui con mis padres a Caacupé. Desayunamos un par de chipas con cocido negro junto a la carretera y subimos cuesta arriba a la casa que tienen en lo más alto de la cordillera. El calor no daba tregua, las cigarras en unísono cantaban y el ligero viento fresco invitaba, como hace veinticinco años atrás, a una deliciosa y reparadora siesta. “Recordar es vivir” dice un dicho, para mí más bien fue “Recordar es dormir”. 

Jessica Fernández Bogado
Jessica Fernández Bogado
De un país pequeñito llamado Paraguay, viviendo en un país enorme llamado México. Hablo mucho y escribo más. TW & IG: @Jessiquilla

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