La estación de tren de Przemysl, en la frontera con Ucrania, se ha convertido en uno de los principales puntos de entrada en Polonia de refugiados ucranianos que huyen de la guerra y desde donde se organizan convoyes para su reparto a otras ciudades.
Un dispositivo de unas cien personas, entre policías nacionales y municipales, bomberos, miembros de la milicia paramilitar y voluntarios ucranianos o polacos estudiantes de ese idioma, reciben a la riada de gente con termos de té y cestas de bocadillos.
Al llegar a la estación, un imponente edificio de grandes dimensiones que data de 1855, el personal de asistencia acompaña a la gente a una mesa de registro, en caso de que deseen partir cuanto antes a alguna ciudad polaca, y les agrupan según el destino que elijan.
Muchas personas ofrecen a los refugiados viajes gratis a las principales ciudades polacas en sus propios vehículos, como es el caso de dos amigos bielorrusos que sostienen un cartel en el que se puede leer en ucraniano: “A Cracovia, sitio para tres personas”.
“Somos voluntarios, no queremos que nadie nos pague, estamos aquí para ayudar”, explican a Efe.
Las luces de la estación permanecen encendidas toda la noche, incluso en la sala de espera habilitada como dormitorio para mujeres y niños donde se alinean unas 80 tumbonas plegables con mantas.
A medida que pasan las horas, el número de gente aumenta y se decide aprovechar la primera planta del edificio, que alberga las oficinas, para instalar más tumbonas para madres con bebés y mujeres embarazadas.
Durante toda la madrugada, los asistentes sociales llevan sin cesar mantas, termos, zumos y cuencos de gulash y panecillos a los recién llegados y a la multitud que llena hasta el último rincón de la estación y la pequeña cocina improvisada no da abasto.
A pesar del ambiente de emergencia y estrés, la organización es excelente, y cuando alguien usa un altavoz para anunciar la partida de algún coche o reclamar conductores, como los catorce inscritos para viajar a Cracovia, se hace un silencio momentáneo y todo el mundo presta atención.
Se establecen turnos para aprovechar los enchufes disponibles, ya que prácticamente todo el mundo utiliza su teléfono móvil para estar en contacto con sus seres queridos o para compartir noticias.
Según afirmó a Efe el brigadier de bomberos de Rzeszów (capital de la provincia), Daniel Dryniak, el jueves llegaron a la estación de Przemysl unas 1.500 personas, pero ese número es visiblemente mayor en la noche del viernes.
Taisia, una mujer de la ciudad ucraniana de Járkov (Este), cuenta a Efe que su marido es policía municipal y por ello no pudo acompañarla a Polonia; “le obligaron a quedarse y luchar, pero él se habría ofrecido voluntariamente”, dice.
En los andenes se forman corrillos de hombres que fuman y comparten información sobre las ciudades de dónde vienen (Kiev, Leópolis, Járkov), a pesar de que a las 2.00 de la madrugada la temperatura es de varios grados bajo cero.
Tatiana, una madre ucraniana de tres niños, explica a Efe que viaja con sus dos hermanos y, cuando le ofrecen ir al dormitorio a descansar, prefiere quedarse con los suyos.
“Pase lo que pase, a partir de ahora vamos a estar siempre juntos”, afirma.
Poco antes de las 3.00 de la madrugada, llega el alcalde de Przemysl, Wojciech Bakun, quien cuenta a Efe que “es imposible saber cuánta gente ha llegado o va a llegar”, pero espera “que más ciudades y más gobiernos muestren su amor por esta gente”.
“En las últimas 72 horas no he dormido más de dos o tres”, asegura antes de continuar con la supervisión del dispositivo de ayuda.
Con las luces del alba vuelven a oírse los llantos de bebés en los dormitorios improvisados y un grupo de voluntarios corre por los pasillos con cajas llenas de muñecos de peluche.
El Gobierno polaco se ha mostrado dispuesto a acoger a todos los refugiados que lleguen a Polonia para escapar de la guerra y aseguró que “el mercado de trabajo” en este país “puede absorber a un millón de ucranianos” si es necesario.
Varsovia ha establecido ocho puntos de recepción a lo largo de su frontera con Ucrania y acepta a cualquier que llegue con un documento identificativo, pasaporte o permiso de trabajo expedido en Ucrania y para agilizar los trámites no exige certificados de vacunación contra el covid-19.
En Polonia viven más de un millón de nacionales de Ucrania, y estimaciones no oficiales sitúan ese número en unos dos millones.
La ONU cree que la guerra en Ucrania ha forzado ya el desplazamiento de unas 100.000 personas y en el futuro podrían correr la misma suerte entre uno y cuatro millones de ucranianos.
Fuente: EFE.