Foto: Senado
En un país con una gran inestabilidad institucional, con presidentes para nada idóneos en el ejercicio del cargo, con poco apego a respetar la Constitución, la elección del presidente del Senado se convierte cada año en una prueba de capacidades donde se entremezclan desde vanidades personales hasta la posibilidad de alcanzar el Poder Ejecutivo por la vía del descabezamiento del Presidente y el Vicepresidente.
Este tipo de conceptos en una democracia tan frágil como la nuestra es una prueba de lo mucho que todavía tenemos que desandar en términos del respeto a la norma y a la institucionalidad. También demuestra el legado nefasto que ha sido en períodos anteriores tener un presidente que no complete su mandato por haber violado alguna norma establecida en nuestro cuerpo jurídico.
Lo que acontece con Salomón en la Cámara de Senadores y el enojo de Honor Colorado es una muestra de que había intenciones ocultas detrás de la elección del presidente del Congreso.
Se pretendía que a partir del próximo 15 de agosto fueran descabezados tanto Mario Abdo como Hugo Velázquez y el presidente electo en estos comicios fuera el que tuviera que completar el período presidencial.
Puede parecer extraordinariamente delirante esta idea, pero nada descartable en un país donde, reitero, la democracia todavía sigue siendo bastante débil, la institucionalidad casi completamente desconocida y donde el deseo de la conspiración es constante y permanente en medio de una muy mala gestión del Ejecutivo.