Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
En el inicio de la desescalada en varios países del mundo se habla de la fase 2 como un retorno a la nueva normalidad.
Esta expresión quiere reponer de cierta manera al mundo en que vivíamos, pero también es una apuesta a construir algo diferente a lo que teníamos, que nos demostró en este tiempo de pandemia, los costos que estos suponen en términos sociales y económicos.
Somos países muy desiguales, inequitativos, injustos y con mucha corrupción. Por eso, volver a hablar de la normalidad anterior que sostuvo, construyó y proyectó todo esto es realmente una contradicción en sí misma.
Deberíamos construir nuevos imaginarios en donde tengamos mayor posibilidad de lograr mejores resultados y no circunstancias tan desastrosas como las que se han dado a lo largo y ancho del mundo.
Es el tiempo de pensar que esta nueva normalidad tenga menos corrupción, una impunidad que debe acabar. También tenemos que pensar en una mayor capacidad de producción que llegue a más gente, mejor educación y por supuesto una completa revolución en términos sanitarios.
El Paraguay no puede continuar con lo que ha venido sirviendo hasta ahora en donde, además de falta de recursos, se entremezcla la poca capacidad de gestión del Ministerio de Salud y la gran corrupción que existe en su interior en las compras que realiza de bienes e insumos.
Es el tiempo de pedir una nueva normalidad, pero bastante distinta a la anterior que teníamos cuando ingresamos en cuarentena.
