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Un Titanic que se hunde

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Por Benjamín Fernández Bogado
Desde EE.UU.

Grady Butler todavía luce vital a pesar de haber superado los ochenta años. Este activista de los derechos civiles que pasó 4 días en prisión con el mítico Martin Luther King por haber desafiado las leyes de segregación que no permitían compartir lugares con los comensales blancos.

Hoy todavía no cree que los sueños de dicho movimiento se hayan cumplido. Se presenta puntual para la entrevista en un restaurante de típica comida sureña en su natal Greenville (SC). Es alto, tiene un abuelo blanco y todavía cree que la educación es liberadora «al menos en teoría».

Recuerda con nostalgia los vibrantes sesentas del siglo pasado como si fuera ayer con el activismo de King, los enfrentamientos contra el establishment y la declaración de los derechos civiles. «Eran tiempos recios en que creíamos que podíamos reescribir la historia pero este país disfruta más con las mentiras que con la verdad. Desde el momento que no reconoce a la esclavitud como una realidad económica, social y política es poco probable que avancemos» afirma iniciando la charla interrumpida a veces con el ice tea típico de estas regiones.

Considera que hay mucha hipocresía en la sociedad americana y que eso conspira contra la posibilidad de lograr una sociedad más justa y equitativa. Se lamenta que la mentira se pasee desnuda como en los tiempos del gobierno de Trump y que se haya tomado como algo absolutamente natural. «Al iniciar su mandato unos psiquiatras afirmaron que tenía serios problemas mentales, era paranoico y esquizofrénico y con todo eso, algunos todavía le creen». Para el educador, predicador y activista de los derechos civiles EE.UU. se parece al Titanic cuyos tripulantes se resisten a admitir el hundimiento y simulan que todo está normal cuando es todo lo opuesto.

NOSTALGIAS DE TIEMPOS IDOS
Para Butler haber compartido la lucha con Martín Luther King ha sido un privilegio y los cuatro días en prisión con él, le reafirmaron que era un «visionario, profeta y comprometido». Su asesinato marcó a fuego que cada vez que acontece un hecho como la muerte de un negro en manos de policías en Minnesota u otro sitio se desata una tempestad social que recuerda aún lo mucho que falta por desandar en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Le sorprende que algunos afroamericanos apoyen a Trump y que este haya fomentado tanto el odio que ha pasado a ser una opción política real que ha desnaturalizado incluso la definición ideológica del partido republicano. «La mentira anda desnuda y la verdad no quiere reconocerlo» dice con cierto dejo de pesimismo que busca aclarar que no pasa de ser realismo puro.

«Vamos a triunfar alguna vez» afirma aunque no sabe muy bien cómo hacerlo. Se lamenta que la educación a la que lleva unida gran parte de su vida no haya podido crear una sociedad más tolerante y principista. «Hoy cualquier afirmación pasa por ser un valor cuando en realidad es todo lo opuesto» dice con resignación.

Para el entrevistado EE.UU. ha pasado de la segregación, a la integración y ahora a la desintegración. «Todo eso aconteció porque nunca en realidad se procuró hacer realidad la tarea de integrarnos como sociedad.

Hay una gran distancia entre el discurso y la acción. Decimos una cosa pero no la hacemos de verdad. Somos muy hipócritas como sociedad» reafirma mientras apura la densa comida sureña aunque me reafirma que no ha comido mucho porque irá a ver a su nieta quien la invitó a un restaurante indio.

Butler es uno de los últimos sobrevivientes de la lucha frontal contra la segregación que en el sur de los EE.UU. que tuvo costos en vidas humanas y destrucción de barrios enteros.

Reafirma que todo esto se debe a no reconocer el pecado original de ver la esclavitud como un hecho que supera lo económico y se confunde con lo social y cultural. Se muestra escéptico con respecto al futuro aunque cree que la victoria de Biden por sobre Trump puede ser el inicio de intentar de nuevo la anhelada integraciòn antes que la fragmentación del paìs acabe con todo.

«La esperanza es la que nos permite ganar siempre ante el odio que solo busca destruirnos» dice con una mirada perdida en los sesenta del siglo pasado que quisiera rescatarlo como un valor colectivo y con una energía nueva. Cree que este país llegó a tener una predominancia del odio de casi el 50% y eso debe ser un signo preocupante.

Hemos conversado por una hora y media. Me cuenta que volvió a su Greenville natal luego de haber vivido en otros Estados y que aunque sigue muy activo le cuesta mucho ser optimista en medio de una pandemia que acentuó las grandes contradicciones e incoherencias que siguen tan vivas como hace 60 años en la Unión americana fuertemente cuestionada en sus bases raigales.

Nos despedimos, apura el paso. Se pone un sombrero a tono con el color de los zapatos y la indumentaria. Entiende bien el doble mundo de este país desde su condición de blanco y afroamericano al mismo tiempo por eso insiste tanto en la hipocresía y la mentira como los grandes virus de la sociedad estadounidense para los cuales aún no hay vacunas disponibles. Apura su paso creyendo encontrar alguna respuesta optimista a una realidad opuesta.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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