miércoles, diciembre 31

Un temporal necesario / Félix Martín Giménez Barrios

Me resulta increíble que, tras una jornada de calor intenso, en la tarde el día de ayer
se preparó lo que parecía ser un temporal que por lo menos ayudaría a mitigar el
efecto de la ola de calor. Sorprendentemente, tras caer unas gotas, la tormenta se
mudo de lugar y el agua no inundo nada de momento ya que desde la dirección de
meteorología e Hidrología han llamado a estar alerta a nivel país en los próximos días.

Lo que todos si notaron es que el viento huracanado hizo de las suyas y se reportaron
algunos árboles y ramas caídos, techos de tejas y chapas dañados y un caos
momentáneo en el transito automovilístico. Sin duda alguna el viento es un elemento
devastador, puede destruir hogares y cultivos, pero por, sobre todo, hacernos sentir un
peligro latente cuando no se trata de una simple brisa, sino de una ventisca.

La lluvia que tanta falta hace para combatir el calor extremo tampoco es que sea tan
santa, pero se debe mas a un problema de infraestructura en la mayoría de los casos
de Paraguay. Tener a centrales hidroeléctricas como Itaipú o Yacyretá parecieran no
servirnos de mucho si a la primera fase de una tormenta, la red de energía se corta.
Aun así, la lluvia sirve a los cultivos para combatir la sequía, por lo que debería hacer
mas bien que mal, de un viento fuerte no se puede decir lo mismo.

La lluvia y el viento igualmente son dos fenómenos vistos de forma distinta a lo largo
de la historia, estudiados por científicos para ver cómo sacarles provecho a ambos. La
lluvia y el agua tienen un efecto purificador sobre la atmosfera, es un recordatorio de
que la vida es un ciclo de nacimiento, crecimiento y renovación. El viento nos recuerda
sobre la fragilidad de la vida y lo chico que somos ante la naturaleza y su poder.

No hay que olvidar que el viento es útil para el campo de la energía eólica, aunque en
el país sigue siendo poca la utilización de ese poder para generar electricidad, no hay
duda de que se cuenta con un potencial a explotar especialmente en zonas del chaco.
Mientras esperamos a las tormentas, es un deseo que nadie salga herido, que no
ocurran tragedias que lamentar, que la lluvia y el viento sean sinónimos de alivio
climático que tanta falta nos hace, que nos recuerden lo bueno de seguir vivos.