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Un plato que divide

Las Arepas, están hechas a base de harina de maíz y son un complemento fácil y delicioso para cualquier comida. El origen de la arepa se remonta a la época precolombina, por lo que difícilmente puede atribuirse a un lugar o tiempo específico. Dada su versatilidad y gran aceptación en la mesa latinoamericana, resalta como parte de la gastronomía tradicional en países como Venezuela, Colombia, y otros países.

El comer en la mesa de cualquier país es un ejercicio de integración y no de división entre quienes seamos los comensales de la casa o invitados a la misma donde podemos encontrarnos con comida del país o hasta de fuera del mismo. 

Colombia y Venezuela mantienen una acalorada rivalidad desde hace mucho tiempo, no por política, migración o el fútbol, sino por la humilde arepa. Esta delicia redonda de harina de maíz, alimento básico de ambos países sudamericanos, aparece en todas partes, desde los platos del desayuno hasta las meriendas nocturnas y está profundamente entretejida en el tejido de cada nación. Arraigada en la jerga cotidiana y la cultura popular, la arepa es mucho más que una comida. Es un tatuaje en el paladar y mente de quien lo consuma cómo la chipa o el mbejú paraguayo que si ya lo probó sabrá a lo que me refiero.

Usted solo pregunte a un colombiano o venezolano quién  hace mejor la arepa o dónde se originó— y se verá atrapado en un enfrentamiento culinario que trasciende fronteras.

El debate en torno a la arepa recuerda a otras batallas culinarias en el mundo. Peruanos y ecuatorianos se disputan el ceviche. Israelíes y libaneses han peleado por el hummus. Varios países norteafricanos reclaman el cuscús como propio. Australianos y neozelandeses se han enfrentado a causa de la pavlova, un postre a base de merengue cubierto de fruta

Viejas querellas

En estas latitudes, Sudamérica, la diferencia es en torno a la carne vacuna o lo que se haga con la harina, que presenta una gran variedad de ofertas y no solo el tradicional pan que a su vez tiene una pluralidad de formas y contenido para en la variedad estimular al paladar y hacer que este se apegue a una de las muchas propuestas que existan en una casa, restaurante o acontecimiento al que sea invitado.

Donde importa no solo cómo vaya vestido sino sobre todo que esté curioso/a por lo que se ofrezca probar y en integrarse con el resto de los invitados que estarán cómo usted con ganas de compartir su parecer al respecto de lo que haya visto, escuchado o sentido en el espacio en el que estén juntos. 

Si es que las pantallas no dividen o rompen el diálogo o conversación que puede servir para integrarse, aprender o conocer algo nuevo para los contertulios. Qué debemos entender que la decoración, orden, limpieza y oferta gastronómica fue hecha para  los que nos encontramos presente en el evento donde importa poco o nada cómo nos veamos o cómo hayamos llegado sino lo que trasciende siempre  es nuestro comportamiento y capacidad de interactuar en el acaecimiento donde beberemos, comeremos, y lo más importante; nos encontraremos con otras personas que se encuentran allí no para dividir sino para integrarse conmigo, con usted y con quienes no conozcan. 

Es el sentido de los sucesos sociales, que hoy día desde el aterrizaje de los teléfonos inteligentes multifunción y conectados a quien sea donde esté lo que hicimos es darle vida a una nueva forma de “estar sin estar” o dividirnos entre parientes, amigos o compañeros de estudio y trabajo “sin querer queriendo”, cómo decía el chavo, al sacar nuestras pantallas entre quien, donde, cuando y con quien sea se establece una separación o división entre quienes formen parte de una mesa. Debemos buscar cosas en común incluso en las comidas.

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