Un patrimonio intangible o inmaterial guarda relación con tradiciones o expresiones
vivas heredadas de nuestros antepasados y, que con el correr del tiempo, se
perpetúan en las siguientes generaciones como, por ejemplo, los rituales, los actos
festivos, conocimientos y prácticas relativas a la naturaleza.
Así, como un reflejo de la esencia nacional, en diciembre de 2020 la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) otorgó al
Paraguay un logro histórico y reconoció al tereré como Patrimonio Cultural de la
Humanidad.
Antes de obtener el reconocimiento internacional, esta bebida ya estaba reconocida
por ley, desde el 2011, como Patrimonio Cultural y Bebida Nacional del Paraguay,
que establece la celebración del Día Nacional del Tereré el último sábado de
febrero.
El tereré constituye un compañero casi infaltable en diferentes ámbitos para los
habitantes del suelo guaraní que, sin importar el clima fresco o caluroso, desarollan
sus actividades rutinarias en compañía de una jarra o termo, la yerba mate, el agua
y el infaltable pohã ñana.
El símbolo nacional se ha construido a lo largo del tiempo con diferentes costumbres
como, por ejemplo, que el primer sorbo esté destinado exclusivamente a Santo
Tomás, patrono de la yerba mate.
Entre las tradiciones, anteriormente, también era costumbre que el más joven del
grupo sea quien sirva el tereré a los mayores en las rondas, de izquierda a derecha.
Así, en los intercambios, la persona que tome el último sorbo de la ronda tendría la
gracia de ser “querido por la suegra”.
Si por accidente, al mover la guampa cargada de agua, se derrama la yerba en las
manos, es símbolo de prosperidad.
Con la llegada de la pandemia del Covid-19 y las medidas para evitar su contagio, las rondas de tereré tuvieron ciertas modificaciones. Ahora, cada uno disfruta de esta tradicional bebida con su propia guampa.
