La educación en tiempos de pandemia ha quedado en un segundo plano, más aún cuando aumenta el número de personas fallecidas. No hay una sola idea de cómo volver a salvar este año académico que ya muchos lo dan por perdido.
Si el año pasado fue un año de experimentación y altas expectativas, este año ya ni eso se tiene. Lo que notamos es una falta de respuesta idónea, eficaz y convocante, porque en el Paraguay hay mucha gente que podría aportar conocimientos y capacidades de cómo resolver el problema educativo en condiciones actuales.
Uno de los grandes problemas que tenemos es que el Estado cree que tiene la gente capacitada para todo, cuando en realidad tiene muy poca gente que pueda hacer la diferencia en cada una de las instancias que les toca administrar.
La educación podría haber sido un parteaguas, el comienzo de reescribir la historia del Paraguay desde una dimensión absolutamente relacionada con el éxito y no con el fracaso, que ha sido la seña de identidad de la educación paraguaya en los últimos 70 años