Los chilenos han rechazado su constitución, la que costó más de US$ 25 millones, llevo más de un año redactarla, desde el momento en que se eligieron los constituyentes hasta el momento en que cerraron deliberaciones. Esto significa un duro revés para el gobierno de Boric, que tendrá que replantearse muchas cuestiones de fondo en la nueva perspectiva política que aún le quedan, son todavía muchos años. Es probable que recurra a cambios en su gabinete para dar una impresión a la sociedad de que ha recibido el mensaje, después tendrá que convocar a una nueva constituyente y allí tendrá que incluir o dejar de incluir varios tópicos que habían irritado a la población chilena, para que en ese número superior al 60% sobre 32%, se impusiera el rechazo y no la aprobación.
El presidente Boric es también resultado de muchas de estas cuestiones unidas a la constitución, cuando Piñera se vio acosado por una manifestación callejera enorme quemó templos y otros lugares en ese país, dijo que la única forma de descomprimir era convocando a una constituyente que sustituyera a la Carta Magna de Pinochet de 1980. Fue una salida rápida, elegante, política, si quiere decirse, pero finalmente, después de haberse hecho el proceso de constituyente y de catarsis de varios sectores, ayer el pueblo chileno le dijo: “no queremos esta constitución”. Lo que queda ahora es escuchar la voz del pueblo, y buscar opciones, alternativas, sin que eso represente la desmesura que terminó ayer el presidente colombiano Gustavo Petro, de afirmar con respecto a los asuntos chilenos cuando dijo: “ganó Pinochet, ganó el pueblo chileno”, que finalmente también por un 51%, había electo a Boric de presidente, pero que ahora, bajó notablemente el apoyo a él y a su sector en un 32%, es un mensaje claro, contundente, sólo queda que los políticos lo referencien en su vida cotidiana.