Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Los comicios en Estados Unidos han dejado la impresión de parecerse demasiado a los que se realizan con frecuencia en América Latina. Cuando un resultado no es del agrado de alguien determinado, dicen, vamos a judicializarlo.
En el Paraguay hemos tenido varias muestras de judicialización de temas políticos que han terminado agravando aún más el problema antes que resolverlo. Hemos tenido la posibilidad, por ejemplo, de que el Tribunal Superior de Justicia Electoral autorizara a alguien que no podía ser candidato para un cargo público a nivel partidario o a nivel nacional, y luego lo confirmara la Corte Suprema de Justicia, pasando por encima de lo que la Constitución establecía.
Eso aconteció con los últimos senadores vitalicios Duarte Frutos y Cartes, que todavía siguen pensando de que debieran jurar y ser senadores con voz y voto cuando la Constitución les manda obligatoriamente a ser senadores vitalicios.
En Estados Unidos ahora las elecciones han entrado en una variable nueva, que es contar los votos que ya han sido sufragados antes de los comicios de ayer. Se esperaba esta circunstancia que alguien se proclamara ganador y denunciará el fraude porque no se han contado aún los votos que siguen llegando por correo.
Eso, indudablemente, en una elección bastante pareja como la actual en Estados Unidos, podría determinar quién es el ganador y quién es el perdedor y no se sabrá aún hasta las próximas 48 horas.
La variable de meter al Poder Judicial en las decisiones políticas es la peor de todas cuando se trata de circunstancias de este tipo. Lo mejor es resolver los problemas políticos y con respeto y arreglo a lo que mandan las constituciones y las leyes. Todo lo demás le saca legitimidad al electo y cubre la democracia de cualquier país de un manto de sospechas y de dudas.