“Ahorrar como un pesimista e invertir como un optimista”.
Conversando con un diario mexicano, Bill Gates dijo estar convencido de que se viene una crisis producto de las situaciones extremas a que ha sido llevado el mundo por la pandemia y la guerra de Ucrania. Para enfrentar sus consecuencias, Gates aconsejó mantener un fondo de emergencia intocado y disponible. El cofundador de Microsoft recordó que esa fue siempre su actitud desde sus días de empresario joven: tener con qué mantener su nivel de vida y poder costear los gastos de su empresa durante 12 meses. ¿Y el futuro?. «Sólo se puede ser optimista a largo plazo si se es lo suficientemente pesimista para sobrevivir a corto plazo» confió el magnate a El Economista de ciudad de México.
Analisis de situación, cautela en los gastos, prudencia en el endeudamiento y fondo de emergencia. No es casualidad que Microsoft -de la cual Gates se retirara en 2.000- sea la tercera empresa de mayor valor de mercado en el mundo. Su permanencia en el podio obedece a una estricta gobernanza que la convierte en una máquina de prever escenarios, especialmente, los que encierran alto riesgo.
No es prudente comparar empresas con países. Pero convengamos en que muchas de las variables que afectan a ambos tienen puntos de coincidencia. Los nivela tal vez el carácter de quienes estén al frente.
Ya vimos que Gates guarda su optimismo para el futuro mientras aprieta la billetera para el corto plazo.
Salvando las distancias, ¿qué hacen los políticos en el Gobierno por aquí? Gastan como ricos dentro de un Estado con recursos más que limitados y que vive en déficit presupuestario desde hace años. Abusando de sus potestades, el Gobierno sigue engordando las planillas salariales cuando los cálculos actuariales más básicos le digan que eso no es posible. ¿Resultado? Rojo fiscal creciente y necesidad de emitir deuda para hacer frente a las obligaciones de inversión que ha asumido el Estado limitándola a áreas como salud e infraestructura vial. Hay obras que corren el riesgo de quedar inconclusas y otras paralizadas en etapa de arranque.
El principio de “ahorrar como un pesimista e invertir como un optimista” no corre para los políticos paraguayos, en especial para los que han desnaturalizado el significado de la palabra “inversión” que han hecho mutar en “gasto de campaña electoral”, una de las peores lacras que sufre el tesoro público.
Parafraseando al magnate norteamericano, pesimistas en el corto plazo, desahuciados en el largo.
