La actual “pandemia” está de aniversario este mes de marzo, por lo que me resulta apropiado hacer un conjunto de reflexiones. La primera de ellas, ¿realmente tiene sentido llamar pandemia y temerle a una enfermedad con una tasa de mortalidad que no supera el 5% a escala mundial? Según estimaciones de la OMS y confirmadas por el Dr. Hermes Huerta para CNN, el 80% de la población mundial se contagiará del virus chino, pero menos de un cuarto presentará entre síntomas que variarán entre leves a graves.
Adicionalmente a lo anterior, las cifras mundiales de contagios en la mayoría de los países son datos conservadores, pues, según la científica británica Rosalind Smyth los contagios son 5 a 10 veces más de los reportados, lo que significa que la tasa de mortalidad es significativamente más baja de lo que se piensa.
Sigamos con las grandes interrogantes aún no resueltas, a la fecha de hoy hay alrededor de 119,9 millones de contagios y 2,6 millones de muertes a nivel mundial, lo que ha desatado una gran paranoia. Sin embargo, según datos de la ACNUR (2019) sólo en Asia están en riesgo de morir de hambre 513,9, en África 256,1 y Latinoamérica 42,5 millones. Eso sin contar los 29 millones en riesgo de vida por el cambio climático, los 10 millones por inestabilidad económica y 74 millones por guerras.
Otro enigma no menos importante ¿qué pasó con las muertes por gripe estacional? Antes de la paranoia del COVID19, el CDC (2019) informó que la gripe mató sólo en USA entre 290 a 650 mil personas. A la fecha por COVID19 han muerto 534 mil en suelo estadounidense, es decir, un 18% menos que por gripe estacional. Sin embargo, el tema se volvió tan crítico al punto que prácticamente le costó la reelección a Donald Trump.
Siguiendo con la tónica del tratamiento dado por las grandes medios a la paranoia, calificada por algunos como “dictadura comunicacional”, ¿por qué sólo ante nuestras pantallas está un mismo grupo de rostros: Tedros Adhanom, Anthony Faucci muy ligados a los grandes laboratorios y el Dr. Sanjay Gupta de CNN y no otros como prestigiosos científicos y con un enfoque crítico sobre la gestión de la OMS como el greco estadounidense Jonh Ionnadis la epidemióloga indú Sunetra Gupta e incluso el epidemiólogo sueco Anders Tegnell? Más dudas surgen, una de ellas volviendo a China, donde toda esta pesadilla comenzó, ¿Cómo es posible que el virus se diseminó por todo el mundo y en no al interior de la misma China, sobre todo en ciudades claves como Pekín o Shangai? Gran misterio.
Y para concluir, básicamente la única estrategia de solución se ha centrado en las medidas restrictivas de la libertad como las implantadas por la China comunista o las vacunas. Sin embargo, China ha vacunado menos del 2% de su población en plena normalidad. Mientras Occidente está subsumido entre las cuarentenas, el caos, las quiebras y un proceso de vacunación que no termina de arrancar o va a cuenta gotas.