Una de las cosas que más ha dolido durante la pandemia, ha sido la ausencia de abrazos. Esta manifestación de afecto, entendimiento y cariño, extendido a casi todas las culturas y que también es parte nuestra.
Es curioso el tema de los abrazos; he estado investigando su origen y en muchos artículos habla de que nació por la desconfianza. “En la antigua China, en el periodo de Qin shi Huang, los militares se palpaban para comprobar que no estaban armados,” lo que hoy conocemos como cachear, con esos abrazos se cercioraban de que el sujeto estaba desarmado.
En plena campaña electoral, los relatos y discursos languidecen en propuestas municipales, las que son reemplazadas por fervorosos abrazos republicanos de dudosa duración.
El primer abrazo republicano ocurrió en 1894 según expone Fabián Chamorro y “terminó con un balazo que impactó de pleno en la cabeza de Facundo Ynsfrán, quien era el candidato de Bernardino Caballero para la presidencia, en el periodo 1902-1906.”
El cerebro de la operación cicatriz, operativo concordia y abrazo republicano, utiliza diferentes denominaciones con un objetivo común: que todo gire a su alrededor (El PARAGUAY SOY YO -El Independiente 1/09/21) convirtiéndose en el factótum de la política paraguaya y no solo del partido colorado.
Gran parte de la clase política de la ANR va mendigando encuentros y abrazos en nombre de la unidad granítica. Los que hasta ayer se detestaban hoy se juran amor eterno, que, a juzgar por las historias de estas componendas, duran poco, terminan mal y el circo vuelve a empezar una nueva gira nacional. El derrotero es por cada departamento, pero no quiero abusar de su paciencia.
Vale la pena analizar los contenidos de los abrazos y zarpazos. El titular del Senado acusa de mercenario político confeso a Juan Carlos Galaverna, por recibir 100.000 dólares de Horacio Cartes durante 42 meses por diferentes servicios. Salomón es consciente que su Añetete transita un precario equilibrio, e intenta con la descalificación golpear a HC, perdón: a Honor Colorado. La repuesta del viejo zorro no se hace esperar, “yo sigo en Añetete, lo que no me da seguridad es que Añetete siga”. El acusador parte raudo a Corea y seguramente la preocupación de Salomón, quedará en alguna oficina de Seúl. FIN
En medio de las elecciones municipales hay otros que aprovechan para probarse el saco con miras al 2023. Allí se anota Hugo Velázquez, que ha participado en varios abrazos con HC y se siente plenamente respaldado cuando Alberto Cañete, presidente de la Central de las Coordinadoras de Funcionarios Públicos, le promete entre 1.000.000 y 1.200.000 votos en las internas del 2022. De paso Cañete le tira a Nenecho entre 400.000 y 500.000 votos para el 10 de octubre. Y para completar con un final cargado de humildad, luego de repartir- sin que le tiemble la voz tamañas cifras-, declara: “Los funcionarios públicos simpatizamos con Hugo Velázquez, porque conoce la idiosincrasia de la función pública de punta a punta. Empezó desde abajo como muchos, siendo ordenanza”. FIN
El abrazo del Oso
Mucho antes de estas repetidas estrategias de campaña electoral, se conoce al “abrazo del oso “como la aparente demostración de afecto que en el fondo encierra una trampa. Más que una manifestación de aprecio, es una sensación de ahogo y vale la pena recordar las aventuras de Asterix, donde los abrazos destrozaban las costillas de sus adversarios romanos.
Resulta difícil creer, más allá de todas las oraciones hacia el altísimo que pronuncian el abrazador y los abrazados, que luego de años de encono, resentimiento y odio, estas maravillosas sensaciones desaparecen como por arte de magia. Es casi imprescindible recordar las asimetrías de unos y otros.
El que los otorga y franquea la puerta, detenta poder económico superior al de todos los abrazados juntos, influencia en el poder judicial con años de beneficios otorgados -que se retribuyen prolijamente- y un halo de misterio sobre los alcances de su poder terrenal. Sus comunicadores diariamente se encargan de aumentar la figura casi mítica. La precariedad y la ignorancia multiplica la corte de arrimados, genuflexos y otros arribistas que piensan que llegó su momento y también habrá un lugar a cambio de fidelidad incondicional.
Si de necesidades hablamos, es necesario amar y ser amado. Y si bien el abrazo relaja, distiende y genera una calma especial y hasta disminuye los niveles de stress, no creo que sea el abrazo republicano la terapia recomendada por cualquier médico serio del Paraguay.
Usted amable lector, ¿cree que los recién abrazados sienten seguridad y protección? ¿Acaso podemos creer que la incomodidad y el miedo de años se transformó en una convivencia placentera? ¿Qué el odio y el rencor se trasformaron en amor para lograr la patria soñada?
En esta selva, cada día más despótica y desigual habrá que ir sorteando los abrazos de los osos y sus aparentes demostraciones de afecto, que pueden ubicarle de un momento a otro -producto de un cambio de humor del patrón o de un resultado electoral adverso-, más cerca del arpa celestial que de la dulce guitarra cantora.