Sin lugar a dudas estos apellidos tienen el mismo peso que el cambio climático y la tecnología en estos años. Hoy después de los sucesos del asalto de los terroristas seguidores suyos a los poderes del Estado en Brasilia, Bolsonaro está de vuelta como personaje en los medios de comunicación porque algunos le endilgan estar detrás del intento de golpe de Estado que sufrió el Brasil de Lula el domingo pasado. El ex presidente dijo que tuvo malestares estomacales y fue internado en tierras de Mickey Mouse en Orlando como consecuencia.
Tarea compleja queda por hacer luego de lo ocurrido en Brasilia donde un grupo de golpistas o bolsonaristas atacaron y destruyeron sus instalaciones gubernamentales. Así cómo ocurrió en los EEUU tiempo atrás donde seguidores de Trump invadieron el Capitolio con los mismos propósitos bastardos.
Trump y Bolsonaro están cortados por la misma tijera ideológica e independientemente que hayan hecho bien o mal su trabajo cómo primer mandatarios de sus países no todo se basa en el pasado que hayan tenido sus trabajos sino sobre todo en el futuro que dejaron o dejarían a sus naciones. El legado de ambos es que no quieren reconocer las elecciones cuando les va mal.
La sociedad sólo quiere tener la oportunidad de crecer y progresar si existe paz, calma y ningún riesgo de tener ataques a instituciones que nos aseguran o deben asegurar un presente y futuro sin problemas. Este es un golpe a todo un país. Las acciones judiciales en ambos países buscaran a sus responsables para castigarlos pero el daño ya está hecho.
Lo que se concluye ahora es que las sorprendentes similitudes entre los eventos en el Capitolio y Brasilia se derivan de los vínculos fomentados por los expresidentes y sus familias.
Un profesor brasileño y experto en desinformación, David Nemer dijo que su predicción de lo ocurrido el domingo no fue obra de un vidente, sino que se basó en el análisis de la estrecha y creciente simbiosis de la extrema derecha en Estados Unidos y Brasil, un vínculo que se construyó alrededor de las familias Trump y Bolsonaro y sus séquitos.
Aprender las lecciones
Desafortunadamente dos países referentes e importantes en el campo económico, político, social y cultural en el mundo han acabado en lo que la historia cataloga cómo eventos que hacen inestables cualquier gestión política.
Los lazos han sido mantenidos por miembros de la familia. Donald Trump y Jair Bolsonaro se han brindado un apoyo político mutuo incondicional, que cada uno ha utilizado para rechazar las acusaciones de estar aislado en el escenario mundial.
Trump forma parte del partido republiano y Bolsonaro del Liberal, que a su vez son instituciones que no quedan bien representadas por lo hecho por sus seguidores.
Ahora, quizá tarde, sus seguidores reflexionan por lo hecho en prisión, lugar que ahora hospeda a golpistas que destruyeron todo cómo si fueran parte de barras bravas del mundo futbolístico.
Estos hechos sugieren tener cuidado a quién apoyamos y porque lo seguimos antes de votar, lo que a su vez implica debatir, discutir, investigar y evaluar la conveniencia de tener un presidente inestable y agitador que lleva consecuencias funestas para todos incluido sus más de 2 mil seguidores que fueron condenados o van camino a serlo. Hay que aprender de estas lecciones.