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Tomemos una siesta

Ese tiempo posterior al almuerzo y anterior a las actividades vespertinas conocido cómo la siesta me trae recuerdos particulares del resultado que tiene molestar a nuestros mayores durante su descanso. La siesta es sagrada para los paraguayos o al menos lo era para muchos. 

De niños nos costaba  entender eso y la cantidad de energía concentrada en la cabeza y cuerpo deben tener siempre canales sanos para concentrar dicho vigor y hacer que el descanso de las personas responsables de los más pequeños de cualquier casa sea efectivo y suficiente para poder recuperar la fuerza puesta en nuestras mañanas. Pero hoy reivindican su valor terapéutico en todos los campos. 

Una rutina favorable

La siesta o “yoga iberico” cómo lo etiqueta un amigo practicante de este momento en nuestros días desde hace tiempo, lo llama así por ser una especie de ejercicio o yoga  llegado a esta parte del mundo desde España y que encontró en un país tropical como el nuestro un espacio reforzado. Algunos buscan establecerlo cómo parte de la agenda de mucha gente sobrecargada de tareas por cumplir en sus mañanas.  El sencillo hecho de dedicar unos minutos de descanso luego del mediodía es muy bueno para nuestro humor y hasta el rendimiento de nuestro cuerpo en lo que queda del día que continúa con luz por unos minutos más de luz natural.

Es para los expertos un tiempo que es utilizado para continuar estudiando, trabajando o lo que demande un óptimo uso de nuestra mente para obtener buenos resultados en las pruebas que luego aparezcan en la vida.

Richard Restak es un neurocientífico de 81 años que entre sus recomendaciones para mantener una memoria tan afilada cómo la suya, el dormir la siesta es una de las terapias que debemos hacer si deseamos que nuestra mente absorba y asimile bien los datos e información que hemos estado acumulando en nuestra agitada mañana. Momento en el que nuestros sentidos recién despiertos absorben orgánicamente todo lo observado, escuchado o sentido y eso queda o no en nuestra memoria.

Si esta tiene su siesta para que en estos minutos todo lo aprendido o escuchado en una clase o conferencia sea bien asimilado por nuestra memoria. Eso  puede perderse y si es así nos acercamos a la conocida demencia que también afecta el pensamiento, el lenguaje, la capacidad de discernimiento y la conducta. Y esto se vuelve además de incómodo para uno mismo para los entornos con el que la persona afectada esté habituada a tratar.

Clave para recuperarse

El descanso de tanto en tanto es lo que sugiere la medicina para el equilibrado funcionamiento de nuestro organismo. Levantarse del escritorio y caminar por nuestro jardín, estirar el cuerpo, beber un vaso de agua y usar dicho tiempo para limpiar u ordenar nuestros espacios de trabajo para oxigenar así nuestra mente, cuidarla con el fin que responda en las ocasiones más exigentes hasta en las actividades comunes. 

 

Nuestra mente precisa no sólo de conocimiento sino sobre todo del buen funcionamiento de nuestra memoria para que con la sinapsis o las conexiones neuronales bien establecidas tengamos buenas respuestas a dudas que surjan en las aulas, trabajo o reunión de personas que esperan una buena respuesta de nosotros.

 

Debemos dedicar no horas de descanso luego de nuestro almuerzo sino solo unos 20 a 40 minutos que es lo recomendable descansar para tener una mente lista para enfrentar bien lo que quede de nuestra jornada y tener bien asimilado lo aprendido en nuestro futuro. Restak dice que la siesta ayuda a absorber la información, solidificarla y codificar la memoria. 

Asi que con permiso me tomo una siesta.-

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