La situación en Ucrania nos ha mostrado en términos reales y concretos que vivimos en un mundo extraordinariamente mucho más frágil y tumultuoso que el que pudiéramos imaginar. Durante mucho tiempo creímos que la integración de los países, en este largo proceso de paz después del fin de la segunda guerra mundial en 1945, sería bastante prolongado e interrumpido por algunas guerras en particular y algunas revoluciones asonadas, pero jamás se pensó que un país como Rusia terminaría invadiendo Ucrania por una disparidad de elementos que son muy difíciles de cohesionarlos en algo en particular.
Ucrania no amenazó en ningún momento la soberanía y la integridad de Rusia, tampoco quiso imponer su voluntad sobre ese país, mi terminó atacando a los civiles y matándolo, sencillamente, porque quiere imponer un gobierno títere o sencillamente anexarlo a su territorio. Todo esto evidentemente no es derecibo, es injustificable, y es la reacción del mundo en contra de Rusia. Sólo cuatro países parias han terminado por votar a favor suyo en la última reunión de las Naciones Unidas, el resto al unísono condena la agresión de parte de Rusia contra Ucrania y todo lo que esto puede traer como consecuencia. ¿Viviremos un mundo cada vez más inestable como consecuencia del mismo?, ¿Estaremos de nuevo dividiendo los conflictos ideológicos a través de las armas? son algunas de las interrogantes que nos está dejando una semana después de la invasión rusa a Ucrania que ya se ha cebado con miles de muertos y millones de personas desplazadas hacia territorios contiguos y en toda Europa.
No hay ninguna razón que justifique una agresión, una muerte, o una guerra, y menos la que no tiene ningún sentido ni explicación, la que hace Rusia contra Ucrania en este momento.