El Estado paraguayo no es solamente corrupto, es ineficiente, incompetente, ineficaz, y eso nos cuesta a todos los contribuyentes aproximadamente US$ 4.000 millones anuales. Lo que significa una cantidad enorme en un país que se encuentra postrado en términos económicos por el coronavirus, y es el tiempo de buscar mecanismos que realmente permitan depurar esa estructura.
El argumento aquel de que no se le podría echar a los planilleros porque pobrecitos dónde van a trabajar, como dicen los españoles, no es una expresión de recibo, no es algo que tengamos que tomarlo en cuenta.
Deberíamos hacerlo para beneficio de los 7 millones de paraguayos que viven en condiciones dramáticas y que la única solución que tienen a su problema es que el Gobierno se endeude y endeude generaciones por venir del Paraguay, mientras continúa el despilfarro, continúa el malgasto, y la falta de control en todos los estamentos.
Es el tiempo de construir un nuevo Estado paraguayo, quizás el primero hecho con variantes de la transparencia, de la ineficacia y de la idoneidad.