La cuestión electoral se va dividir en función de aquellos que creen que los significativamente corrupto importa o no importa. Algunos estarán diciendo de que eso es una cuestión que nos compete a nosotros discernir y no a los norteamericanos, y en ese camino algunos dirán: “a mí me gustaba mi corrupto y voy a pelear por él hasta morir”, porque él da trabajo, da el empleo, él es el que trae el pan aunque esté sucio como lo ha dicho el Papa Francisco.
En el Paraguay vamos a tener que discernir en los próximos comicios acerca de aquellos a quienes toleramos la corrupción porque nos conviene y nos beneficia; y aquellos a quienes deberíamos condenar porque realmente hace un profundo daño a todo el tejido social paraguayo.
Mientras sigamos consintiendo a nuestros corruptos, el que vive en nuestra familia, en nuestro barrio, en nuestros entornos sociales, no vamos a cambiar mucho, y cuando veamos la consecuencia de una democracia de muy pobre calidad y altamente corrupta no nos quejemos, fuimos nosotros los que escogimos qué tipo de modelo de liderazgo queremos y admiramos, es el gran en la visión ciudadana con respecto a la corrupción y a sus corruptos.
