Los mecanismos de seguridad del Paraguay trabajan como compartimentos estancos. Los allanamientos llevados adelante esta semana por fuerzas de la Senad no tenían ninguna relación informativa en términos de estrategia ni de nombre con la Policía Nacional. Dicen que no lo hacen porque si lo hicieran terminarían facilitando la fuga de cada una de estas personas que están siendo buscadas.
Hay una profunda y real desconfianza entre todos los organismos de la seguridad del Estado. Todos creen que venden información y que están jugando con la parte delictiva a la que debieran combatir; esto no es nuevo, ya tienen bastante cantidad de tiempo y se han dado varios casos en los que se ha probado que han buscado cada uno boicotear el trabajo del otro.
Sí tenemos una Secretaría de Inteligencia, deberíamos buscar alguna manera en que las informaciones tengan que ser compartidas e impidan circunstancias lamentables y escandalosas como la que se dio con el caso de un narcotraficante brasileño buscado desde hace tiempo y sobre cuya información tenía la propia Send, pero que no le pasó al Ministerio del Interior -en apariencia- porque el mismo buscado se encontró con el ex Secretario de la Cartera, ofreciéndole chalecos antibalas y vehículos blindados.
Si esto acontece en los organismos de seguridad ya podemos entender por qué cada vez cuesta mucho más identificar y capturar a los que están metidos en los negocios ilícitos en el Paraguay. Los organismos de seguridad deben ser altamente responsables y confiables para que se entienda que su labor está enderezada en combatir al crimen y no a protegerlo.