Hablamos de la necesidad de realizar el Juicio y Castigo a saqueadores y torturadores de aquel atroz periodo de tiranía stronista. Saqueadores y torturadores que siguen libres e impunes por nuestras calles, y que siguen ocupando posiciones de poder en el Estado. De hecho, Mario Abdo, el Presidente del fraude, es poseedor de por lo menos unas 3mil hectáreas mal habidas, o sea, sin ser sujeto de la Reforma Agraria. En su informe, la Comisión de Verdad y Justicia identificó 7.851.295 hectáreas de tierras malhabidas, usurpadas por personeros y amigos de la tiranía stronista.
Paraguay tiene 406.752 km2, y existen títulos por más de 520mil km2. Un país de dos pisos con un Estado defensor de esa enorme corrupción, y sin intenciones de resolver garantías de vida digna para millones de compatriotas que se debaten entre el hambre y la extrema pobreza, sin oportunidades laborales o “changando” para sobrevivir, situación que se refleja en el siguiente dato: 71% de la Población Económicamente Activa tiene trabajo informal, sin seguridad social, ni estabilidad laboral ni ningún beneficio que le corresponda. Trabajo sin empleo.
Una parte de esos millones de paraguayos y paraguayas, son quienes –anteayer nomás- fueron desalojados de los terrenos que ocupan en Luque para sobrevivir y resolver su día a día. El gobierno, que es representante de intereses mafiosos y se ubica como la síntesis de la narcopolítica, ha resuelto levantar el protocolo para los desalojos y endurecer su política de “recuperación” de tierras para usurparlas al servicio de intereses mezquinos, propios de parásitos vendepatria, que es lo que son.
En abierta violación al principio de legalidad, siguen con su política de criminalización de la protesta social y la disidencia política, penalizando las disputas por la tierra y la vivienda, cuando que dichas disputas, según la legalidad vigente, jamás deberían haber salido del fuero civil.
El gobierno del fraude continúa la senda del stronismo y la vileza, sumando miserabilidad para sí y rabia en el pueblo, desafiando a las mayorías trabajadoras de la ciudad y del campo. ¿Durará mucho tiempo su saqueo despótico y entreguista? La hora de los pueblos tiene la palabra.