Comentario 3×3
Muchas de las cuestiones que tienen que ver con la productividad agrícola fueron tocadas durante el año pasado cuando era importante que el sector productor de alimentos se mantuviera en niveles altos para dar de comer a una población grande que quedaba en cuarentena.
Hay varios hechos de grupos, de personas y de familias que han emergido en la llamada economía familiar campesina, uno de los sectores más fuertemente golpeados de la economía paraguaya desde hace años, con múltiples factores que explican esa relación pero muchas experiencias también exitosas surgieron durante la pandemia. Personas que anteriormente eran bastante improductivas, cambiando el modo de cultivar y la forma de comercializar, han tenido un nivel de vida superior al que tenían antes de la pandemia.
Sólo tuvieron la asesoría oportuna, tuvieron los insumos pertinentes para dicha tarea y encontraron mercado para colocar sus productos. No es nada demasiado original todo esto, solo requiere voluntad, capacidad y esfuerzo de todas las partes involucradas, y con eso también evitaríamos esa altísima migración de campo-ciudad que ha hecho que hoy cualquier ciudad o pueblo paraguayo de más de 5.000 almas tenga su propia Chacarita.
Es el tiempo de pensar en la recuperación de la cuestión productiva, que también va de la mano con la dignidad y que se entronca con esa vieja expresión en guaraní, “Che mboriahu, pero che delicado”, “soy pobre, pero soy digno”.