En estos tiempos, se han encargado de convertir la madurez en un concepto
incómodo. Por ejemplo, vemos con frecuencia a adultos que realizan cualquier desafío
viral de moda solo para recibir algunos likes. La inmediatez del placer domina sobre la
lógica y el sentido común. Este hecho no es ningún accidente, la infantilización de la
sociedad es un gran negocio que vende la ilusión de juventud eterna.
Evidentemente resulta que hoy es tan común en nuestra cultura contemporánea el
fenómeno de la adolescencia social, normalizada gracias a la suma de los medios de
comunicación y las redes sociales. Todas las plataformas priorizan contenidos breves,
estimulantes y emocionalmente simples, generando solo una malacostumbre en el
cerebro ante lo complejo.
Hay que admitir que la sociedad infantilizada de nuestros días es influenciada
fuertemente por el entretenimiento y el consumismo que se suele promover en la
televisión desde hace décadas. El mensaje subliminal que lanzan resulta ser
demasiado claro: madurar es aburrido y mereces seguir jugando. El colmo llega
cuando hasta las noticias serias se colorean, los conflictos globales se reducen a
memes, vaciándolos de gravedad.
Ni hablemos de la política en donde en cada campaña electoral, en los últimos años,
ciertos medios han reducido el debate a un espectáculo que nada tiene que envidiar al
circo, con la diferencia de que hasta el circo romano era más serio puesto que los
gladiadores se jugaban la vida. Hoy día vemos y escuchamos a cada líder populista
con sus lemas simplistas pensados para mentes de 12 a 15 años, y sus guerras
culturales que liberan en publicaciones en redes, llenas de insultos y emojis de furia.
La polarización que tanto nos azota, siempre ha tenido de combustible esa dinámica
infantil de: “ellos vs nosotros”, sin matices. Esto es así tanto desde los sectores
conservadores como de los liberales, pero nunca ha sido tan notorio e infantil como en
esta era. La consecuencia de esta infantilización es una sociedad que carece de
lideres y ciudadanos responsables, lo que puede llevar a impactos negativos en la
economía.
En conclusión, la sociedad infantilizada es un asunto problemático que requiere de
atención y acción. Revertir esta realidad requiere rescatar ciertos valores olvidados
como: abrazar el silencio frente al estimulo constante y regresar al dialogo profundo.
No se trata de renunciar a las alegrías y detalles que tiene la vida para ofrecernos,
simplemente a construir esos momentos de manera responsable.

Licenciado en ciencias politicas, editor, comunicador y productor de contenido creativo.