El titular del Ministerio de Desarrollo Social, Mario Varela, comentó a La Unión que resulta preocupante el aumento del 3% de la franja de pobreza. De hecho, dicho incremento se refleja en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que revelan que 264.590 personas más ingresaron a la línea de pobreza.
Además de la crisis que desató la pandemia, el aumento de la incidencia y profundidad de la pobreza guarda relación con la ausencia de políticas públicas destinadas, especialmente, a la protección social, según la economista Verónica Serafini.
“Otro de los problemas graves es el de la pobreza ‘educativa’: la exclusión escolar y los casi nulos resultados. Esto llevará a una transmisión intergeneracional de la pobreza. Si los problemas de exclusión y de baja calidad educativa ya eran graves y no tenían respuestas adecuadas, durante la pandemia se profundizaron”, señaló.
En este sentido, la experta detalló que evaluar la situación económica y social aún constituye una tarea compleja, ya que determinadas consecuencias de la crisis sanitaria se extenderán a “largo plazo”.
“En el caso de la población en situación de pobreza, hay una profundización. Muchos estaban cerca de salir de la pobreza y ahora ese horizonte quedó más lejos. No hay que subestimar este problema. En lo relativo al mercado laboral, lo que estamos viendo es una recuperación del empleo, pero todavía no sabemos mucho de la recuperación de los ingresos”, mencionó.
El PIB NO ES EL ÚNICO INDICADOR DE RECUPERACIÓN
A la hora de hablar de un “repunte” en el área social y económica, el PIB no es precisamente el único indicador que refleja la situación nacional, recordó
Serafini.
“Después de ser un país ‘exitoso’ en crecimiento económico durante tantos años, resulta que no pudimos proteger los empleos, las Mipymes, la educación. Ni hablar de la salud de la población. Volver a hablar del crecimiento del PIB como éxito solo muestra la profunda ceguera intelectual de quienes continúan poniendo en el centro de la evaluación económica al PIB”, manifestó.
EDUCACIÓN UNIVERSAL PARA REDUCIR LA POBREZA
Para reducir los índices de pobreza se requiere de la implementación de medidas a corto y largo plazo. Entre las iniciativas que deben ponerse en marcha, se tiene que garantizar el acceso de los niños, niñas y adolescentes a derechos básicos como la educación y la salud.
“En primer lugar se debe garantizar que el 100% de los niños, niñas y adolescentes cuenten con ingresos que les permitan llevar una vida digna, mantenerse en la escuela, recibir atención a la salud y estar libres de trabajo infantil y de violencia.
En el caso de las personas adultas, se requieren empleos que garanticen ingresos y seguridad social. Se deben fortalecer las fiscalizaciones para reducir la evasión, impulsar la agricultura familiar y mejorar políticas para Mipymes”, expresó.
No obstante, estas acciones se deben implementar con un enfoque de género, según Serafini, debido a que casi la mitad de las mujeres en Paraguay no cuenta con un empleo remunerado. “Están condenadas a la pobreza y a la dependencia”, refirió.
El 2022 es un año ideal para empezar a implementar políticas públicas integrales, de acuerdo con la experta.
“Se debe universalizar las que ya tenemos como, por ejemplo, el programa Tekoporã, integrando a las de salud y educación. Sin salud ni educación universal, no hay ninguna posibilidad de reducir la pobreza a largo plazo”, finalizó.
