- LA ETAPA DEL RUEGO. Es cuando el político anda en campaña mendigando votos. Es muy amable con todos. Atento. Sabe escuchar y se muestra como un ser noble y justo. Hace sentir importantes a quienes le siguen. Ruega para que crean en él. Les jura que jamás se le subirá el poder a la cabeza. Que será el mismo de siempre. Les hará creer a los incautos en un futuro lleno de buenaventura para ellos. Es la etapa del ruego, esa que desaparece cuando el político llega al poder.
- LA ETAPA DE LA SOBERBIA. Es cuando el político llega al poder y se olvida de lo mucho que prometió a los suyos. A esos que lo ayudaron a llegar. Ya no les contesta el teléfono ni los mensajes. Ya no se acuerda de ellos. Minimiza lo que hicieron por él. En su soberbia, cree que ganó por él mismo. Por su carisma e inteligencia. Ya no será el mismo. Aquel que suplicaba apoyo a sus amigos, ahora los ignora.
- LA ETAPA DEL AUTORITARISMO. A la soberbia le sigue el autoritarismo. El político no escucha otras opiniones más que la suya. Le crecen las ganas de hacer daño a sus enemigos, de humillar a sus colaboradores, de amenazar a quien disiente de él. Piensa que el poder es eterno y que todos deben rendirle pleitesía. No mide las consecuencias de sus actos. Se cree invencible.
- LA ETAPA DE LA SINRAZÓN. Es cuando el político está en la cúspide del poder. Cuando el poder se vuelve locura y exceso. Cuando él se ha despegado ya varios metros del piso. El político se envuelve en sus excesos verbales. En sus desplantes y caprichos. En sus ocurrencias tóxicas. Es la etapa inevitable de la sinrazón del poder. Cuando el político confronta la realidad, con sus delirios de grandeza.
- LA ETAPA DE LA REALIDAD. Comienza a caer la tarde para el poder. Se asoma la realidad cruel. Deambulan las sombras de los enemigos que el político creó, a veces sin saberlo. También de los amigos traicionados. Los aliados que desdeña. Todos empezarán a salir para acecharlo. Los aduladores recogen ya sus lisonjas para el que sigue. A ese le dirán lo mismo que le decían a él. La realidad asoma sus venganzas.
- LA ETAPA DE LA SOLEDAD. El político se comienza a quedar solo. Ya nadie quiere nada de él. Dejan de temerle. Empiezan a odiarle. Ya su conversación no interesa. Ya sus amenazas no espantan. La soledad es el primer cobro del ejercicio del poder. La mirada de la gente ya está en el que sigue. En el otro que ahora tendrá el poder.
- LA ETAPA DEL FIN DEL PODER. Es la más dolorosa. El mando se ha ido y solo queda uno mismo. A ese que no puedes engañar. Al político sólo le quedan recuerdos de aquella arrogancia que se ha ido. Ahora solo le acompañan la soledad y el miedo. También el olvido.