- El voto duro. Es el voto fiel del militante hacia su partido. Es el voto tradicional. El voto que no se mueve a pesar de los ataques de los adversarios. A pesar de los malos candidatos. Se vota por tradición, por lealtad partidista. Generalmente no es un voto razonado. Es un voto más sentimental que racional. Es un voto de fe. Los votantes fieles cada vez son los menos. Los partidos tradicionales ven disminuidos este tipo de votantes. Es un voto en peligro de extinción.
- El voto de castigo. Es el que tiene por objeto echar del poder a los malos gobiernos. Es un sable justiciero que da su merecido a los que decepcionaron o no les importó la gente. O que simplemente lo hicieron mal. Por desidia, falta de talento o por ineficaces. Si al votante se le ha metido en la cabeza que el voto sirve para castigar, nada ni nadie podrá convencerlo de lo contrario. Es un voto que veta. Se emite con placer en la urna. Es una venganza azucarada. Quien lo emite descansa. Respira hondo. Sonríe.
- El voto de última hora. Hay quienes sienten la obligación cívica de ir a votar aunque no tengan una preferencia clara. Llegan a la casilla sin haber tomado la decisión. Cuando están frente a la boleta pueden votar por quien sea. El voto muchas veces no es un ejercicio racional. Inclusive es emocionante llegar a la casilla con ese cosquilleo emocionante de un juego de azar. Lo más importante para este votante es votar. Votar por el que sea, pero votar.
- El voto para dar la contra. Es un voto sin razonamiento. Este votante puede llegar a votar por el peor candidato, la peor propuesta o el peor partido. Nada más porque puede hacerlo. Para contradecir a sus amigos o a su familia. Para hacer ver que no se deja manipular por la lógica. O por los demás. Es un voto sin más argumentos que la propia decisión de hacerlo. Así nomás.
- El voto del cambio. Cuando en la cabeza de los votantes ha llegado el momento de un cambio, ninguna estructura partidista, estrategia o recurso económico puede contra eso. El voto del cambio es el momento crucial de cada democracia. La gente sale de sus casas para ir a votar, pensando que ya estuvo bueno. Que ha llegado la hora del cambio. Ese afán de cambio que siempre está en la dinámica de las sociedades y de las personas.
- El voto cruzado. El voto cruzado es hoy el voto más común. Es cada vez menos frecuente que un votante elija a todos los candidatos de un mismo partido. Es un voto que se reparte. Que da contrapeso a la política. Es el voto de la madurez democrática. El más razonado y equitativo. El voto cruzado es cuando el pueblo ha aprendido a repartir el poder.
- El voto que se queda en casa. O que se queda en el trabajo o en tránsito de un viaje. El voto que se queda en casa nunca falta. Por mil razones nunca falta. Es el voto que desmiente a las encuestas el día de la elección. Es el voto del pretexto. El voto perezoso. El voto de la desidia. Es el voto que puede cambiar la historia, pero que el día de la elección prefiere la cama, el futbol o simplemente la indiferencia.
Culiacán, Sinaloa, miércoles 09 de agosto de 2023. Twitter @guadalupe2003