Por Guadalupe Robles @guadalupe2003
1. Analice ante quién hablará. El mensaje del discurso siempre tiene destinatarios. Sepa a qué público habrá de ir dirigido su mensaje. No es lo mismo hablar ante actores políticos que ante estudiantes o médicos. Investigue cuáles son sus preocupaciones y sus temas urgentes. Analice qué respuestas dará a sus peticiones. Comprométase a actuar o su discurso será intrascendente.
2. Planifique su discurso. Todo político necesita saber improvisar, pues a veces lo exigen las circunstancias. Pero que sea la excepción de la regla. Ensaye cómo estructurará su discurso. Cuide tres puntos: El comienzo pues es importante para atrapar la atención del público; el desarrollo del tema, que tiene que ser muy bien explicado y la conclusión que debe ser precisa y emotiva. Hay políticos que en este punto empiezan a dar vueltas y vueltas al discurso y no saben cómo terminarlo.
3. No vuelva a presentar al presidium. Usted no es maestro de ceremonias. No vuelva a presentar a quienes ya fueron presentados. Es un tiempo perdido. Es además, aburrido. La atención es hoy en día una mercancía cara. Los tiempos de atención de la gente son muy cortos.
4. Evite dar muchos números. No por dar muchos números el discurso es mejor. Hay quienes se engolosinan disparando cifras que confunden y aburren a la audiencia. Escoja las dos o tres más contundentes y explíquelas. Recuerde que los números no se explican por sí solos.
5. Sea breve. La brevedad es mucho pedir a los políticos. Todo político termina enamorado de su propia voz. Creen que la brevedad en un discurso es un pecado. Pero a veces unos cuantos minutos son suficientes para cautivar al público. Cuando un discurso ha pasado de siete minutos, el pensamiento de su auditorio empieza a volar hacia el infinito.
6. Sea claro. Ser claro es lo más difícil de un discurso, pues requiere de ideas pulidas una y otra vez. Es un ejercicio de reflexión y de sacrificio. De sacrificio porque tendrá que prescindir de muchas palabras y frases. Debe entender que en un discurso no se puede decir todo.
7. Tenga piedad del oído ajeno. Siempre que vaya a decir un discurso, póngase en el lugar de quien le escucha. ¿Aguantaría usted un discurso de treinta minutos o más? No espere el primer bostezo de su público. Termine antes.
