- No se ilusione. Muchos son los que participan en la campaña de un candidato y pocos son los que llegan a ocupar cargos en el gobierno, si gana. A los cargos llegan generalmente personas que no participaron en la campaña. Los motivos pueden ser varios: pago de compromisos, amistad, experiencia o capacidad. Participar en una campaña es de las experiencias más emocionantes, pero no se ilusione. La victoria no siempre recompensa a quienes trabajaron con lealtad y entusiasmo.
- No crea en las promesas. Una campaña siempre necesita voluntarios. Personas que quieran participar en un proyecto político del cual, supuestamente, obtendrán beneficios más adelante. No le preste mucha atención a las promesas. Evite ser de las legiones de decepcionados que siempre dejan las contiendas electorales. La promesa es la mercancía más ofertada en las elecciones. Y esta oferta comienza con los de casa, que son a quienes menos les cumplen.
- No se haga de enemigos. En política no se tome nada personal. En una elección habrá amigos y familiares que jueguen en uno y otro bando. Cuando la contienda termine, ahí estarán. No se enganche en pleitos irracionales por defender a su candidato. Lo más seguro es que ni enterado esté de lo que usted anda haciendo por él. No se pelee con sus vecinos o conocidos por una elección que finalmente no es la suya. Nadie se lo va a agradecer.
- No regale su trabajo. Una campaña necesita de muchos perfiles. Personas que sepan elaborar las propuestas de campaña; le organicen mítines y reuniones; manejen las redes sociales; den atención a los medios de comunicación; creen contenidos; preparen al candidato para los debates; organicen las finanzas; den seguimiento y respuesta a los requerimientos jurídicos; organicen las estructuras partidistas; den respuesta a las peticiones y demandas de los electores. En fin: todo eso. Esas tareas necesitan de personas con experiencia. Si usted encaja en uno de estos perfiles y es requerido, no regale su trabajo. Cóbrelo bien.
- No ponga dinero de su bolsa. Una campaña es un barril sin fondo. Se necesitan muchos recursos económicos, que además, nunca sobran. En el terreno de la lucha, a veces hay que resolver algún gasto: comidas, gasolinas, publicidad. Si usted lo hace de su propia bolsa, es muy probable que ese dinero no lo recupere. Si lo hace, tómelo como una aportación personal para la campaña. Una vez terminada la contienda, nadie quiere saber nada de los gastos pendientes.
- Afine sus reflejos. Una elección es una lucha de todos contra todos. Dentro de los equipos se genera una competencia sin cuartel. Todos quieren opinar e influir. Los mandos se resquebrajan un día sí y otro también. Ahí todos conviven: novatos, viejos lobos de mar y aprontados que no saben que no saben de campañas. Afuera los enemigos hacen lo propio. Dentro y fuera, la intensidad de las pasiones crece conforme se acerca la elección.
- Aprenda. Nada tan emocionante como una campaña. Es realmente una escuela de política y participación ciudadana. Seguro será más complicada de lo que imaginó. Si usted le encuentra el lado bueno se va a divertir y aprender. No se amargue, pues.