Las espasmódicas acciones de la justicia sobre el avión iraní
Para el ritmo de acción habitual de la Fiscalía General del Estado, la velocidad empleada con el caso del avión iraní es casi supersónica, si tenemos en cuenta la parsimonia que guarda frente a la denuncia que involucra al expresidente de la República Horacio Cartes.
El carguero aéreo está actualmente varado en Buenos Aires, su tripulación inmovilizada por un proceso abierto por la justicia argentina y el propio avión sometido a una pesquisa técnica en busca de evidencias que lo vinculen con posibles operaciones de terrorismo o tráfico de armas.
Un avión de ese tamaño -el más grande en la función de carga- puede transportar hasta 160 toneladas según indica el fabricante en su web oficial. Pero el que pasó por Ciudad del Esta y está retenido en Argentina es, en realidad, un avión de pasajeros al que se le han retirado los asientos. Los cargueros originales, según describe la Boeing Company de Seattle, Estados Unidos, poseen un portalón rebatible en la nariz para cargas de todo tipo así como los anclajes necesarios para asegurarlas. No tienen ventanillas ni tampoco cubierta superior de pasajeros, apenas un reducido compartimiento para la tripulación inmediatamente detrás de la cabina de vuelo. Y lo más importante, según señalan los expertos: transportar carga no es lo mismo que llevar pasajeros. La distribución de pesos varía de manera que el empuje de los motores debe estar preparado para esa configuración, bajo riesgo de que el avión se desestabilice en pleno vuelo al alterarse su centro de gravedad.
En suma, de cargo el avión sólo tiene el nombre estampado en su fuselaje. Lo demás huele a rápida adaptación para otros fines ya que nadie que opere en importación o exportación de productos de alto valor confiaría su carga a transportadoras improvisadas. Ya se señaló que la presencia de 18 personas a bordo triplica la tripulación estándar de ese tipo de aeronaves y la teoría de que se trataría de un vuelo de instrucción para pilotos fue desmentida.
Queda entonces en pie la investigación judicial para despejar la duda emergente, es decir, si se trata de operaciones de logística de apoyo al terrorismo, dada la vinculación del piloto de origen iraní con la Fuerza Quds, organización que aporta inteligencia militar a Hezbollah y Hamas en Líbano y a la Jihad en Palestina.
Si tiene cola, cuatro patas y ladra…