Por Benjamín Fernández Bogado
Dentro del plano de las cuestiones que tienen que ver con el mundo y el relacionamiento de Paraguay, es evidente que hay que tener una mirada también mucho más objetiva con referencia a qué lugares y de qué manera tendría que organizarse el servicio exterior paraguayo. Estas circunstancias nos han develado que muchas embajadas no cumplen las tareas que deberían, no hacen lo que se tendría que realizar desde ellas y tienen un alto costo para el erario público paraguayo.
El canciller ha afirmado que el próximo año estarán clausurando una embajada en Europa. La pregunta es por qué solo una. Tendríamos que ver toda una gran revolución administrativa dentro de esta estructura que tiene un pesado costo sobre el bolsillo del contribuyente. Y para eso quizás tendríamos que mirar algunos modelos exitosos que han llevado adelante Cancillerías, como las de Singapur, que han establecido embajadores itinerantes para propósitos específicos, que se han movilizado a un país en donde se pretendía llevar adelante un proyecto en particular. Terminada la tarea, el embajador retornaba al país y se le sacaba los privilegios y los salarios del cargo.
Tendríamos que ser pragmáticos en una cuestión como ésta. El Paraguay no puede seguir sosteniendo el viejo modelo pre Covid y tratar de sostener eso en tiempos de vacas flacas como las que tenemos en la actualidad. Es el tiempo de mirar en términos objetivos cuál es el verdadero rol de la diplomacia en los tiempos actuales y hacer los cambios urgentes que deban ser realizados.