¿Ayuda el aumento progresivo del impuesto al tabaco a reducir el consumo de sus derivados? Según la Organización Mundial de la Salud, sí lo hace. Un reciente argumentario de la organización sostiene que aumentar los impuestos sobre el tabaco para incrementar los precios en un 10% reduce el consumo en un promedio del 4% en los países de ingresos altos y del 5% en los países de ingresos medios y bajos. Los especialistas encontraron que esta politica disuasiva tiene mayores chances de éxito en la población de más de 14 años, un resultado tres veces mayor al obtenido en la población adulta. Eso, a nivel mundial.
A escala local, un estudio hecho por un grupo de médicos y economistas paraguayos trazó un panorama inquietante. Más de 3.500 personas mueren al año como consecuencia del consumo de tabaco. Una quinta parte de esas muertes se debe al desarrollo de isquémia cardíaca, trastorno que reduce en el corazón la capacidad de bombear sangre al organismo. Otro 15 % lo componen los accidentes cerebrovasculares (ACV), que se generan a partir del estrechamiento u oclusión de las arterias y demás vasos del cerebro. Otro 77 % de las muertes son consecuencia de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que genera en el enfermo una incapacidad creciente para respirar.
Hasta aquí el escenario. Pero, ¿cuánto le cuesta al tesoro público atender las consecuencias de toda esta casuística terminal producto del consumo de tabaco? Una de las últimas estimaciones -a dólares constantes de 2015-, el gasto en salud pública enfocado exclusivamente en enfermedades cardiovasculares y pulmonares producto del tabaco ascendía a US$ 271 millones, lo cual representaba el 1,1 % del producto interno bruto (PIB) y el 12,1 % del gasto total en salud pública. Se trata de muertes evitables que, en cambio, significaron una pérdida de 88.473 años de vida saludable generada por el tabaquismo.
Vale la pena intentarlo una vez más. Actualmente el rango impositivo afecta al tabaco y sus productos con una tasa de 18 al 20%. Según la ley 6380 de reforma tributaria, el Gobierno podrá modificar la tasa vigente elevándola a un rango de 24%, debiendo hacerlo en forma gradual porque la ley le prohíbe dar saltos hasta un tope mayor. Todavía estamos muy lejos de Brasil (63%) y Argentina (74%), líderes regionales en esta iniciativa.
Despacito y buena letra.
¿Será que funciona?
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