Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Los proyectos de la globalización que a finales del siglo XX, en la década de los 90, se presentaban como las grandes oportunidades para todos los países, incluso aquellos más pequeños y olvidados, ha quedado para atrás. Aquella vieja lección del escritor ruso Tolstói a ese joven interesado en la literatura que le preguntó cómo se puede ser universal y él le contestó describe tu aldea, pinta tu aldea, y serás universal, eso nos hace una mirada en clave de comprensión metafórica de que deberíamos concentrarnos los paraguayos más en nosotros, en hacer que seamos mejores para luego ser globales.
Nosotros pretendimos ser globales sin ser buenos al interior, y trajimos todas las cargas negativas de la globalización a nuestro territorio acabando con incipientes formas de organización social, económica y política, y no habiendo tomando nada de lo que significaba las posibilidades de entender que vivir en un mundo desarrollado y competitivo para países muy rezagados como el nuestro para nada parecían justas desde el inicio.
Es el tiempo de construcción de una producción de la aldea, pero en dimensiones de capacidad, eficacia, educación y salud, y que estos valores sean compartidos por un mundo que está obligado a ser más solidario y menos egoísta que lo que estamos sintiendo en la actualidad. Mucha de la gran migración de personas a lo largo de los años, mil millones de seres humanos viven en lugares donde no han nacido, y el trato que han tenido en muchos casos los migrantes en Europa y otras latitudes, nos demuestra que el único sitio donde podemos ser felices y desarrollarnos es en la aldea, la misma que hablaba Tostói que hay que pintar y describirla para volvernos universales.
