Los brasileños tienen una fama que han diseminado a lo largo del tiempo con una cancillería a la que dicen que es capaz de torcer cualquier voluntad llamada Itamaraty.
Sin embargo, Brasil no pasa de ser un país latinoamericano con todas sus variables, igual que cualquier otra nación centroamericana o igual que la nuestra. Lo prueba el nombramiento de un general sin ningún conocimiento en el negocio petrolero, al frente de Petrobras ya se encontraba el general Silva, el encargado de Itaipú y había sido ministro de Defensa con anterioridad.
Los militares no es que no tengan capacidades para éstas, sino que muchas de estas cuestiones tienen que ver con áreas de especialidad donde el mercado reaccione de manera vigorosa cuando tiene señales que demuestran que habrá incertidumbres del manejo administrativo de la empresa.
Sólo el nombramiento de un general al frente de Petrobras hizo que el 20 % de sus acciones se desplomara, un ex capitán, Bolsonaro, es el presidente de Brasil y cuando vemos los nombramientos, los gestos, las actitudes, los casos de corrupción interna, las grandes dudas en materia de política exterior, estamos haciendo crecer la idea de un Brasil desproporcionadamente poderoso a lo que significa el criterio de justicia que tendría que guiar la negociación en el tema de Itaipú.
Estamos temiendo de manera innecesaria al Brasil cuando tenemos la razón de nuestra parte. Si no concedemos la idea de que el Paraguay debe sacar provecho simplemente a lo que la justicia le ha otorgado en el tratado, y si seguimos creyendo que perdemos oportunidades porque aumentamos el tamaño del poder de su fracaso político o diplomático, simplemente estamos buscando pretextos para seguir siendo sometidos y no lograr la anhelada independencia.
El Paraguay puede, pero para eso necesita hombres probos, honestos y capaces que no se vendan, ni tampoco creen falsas expectativas con respecto al país con el que vamos a negociar Itaipú.
