¿Cuántas veces has escuchado la frase “tengo el corazón roto”? Ya sea por haber terminado una relación amorosa, por el fallecimiento de un ser querido o la pérdida de alguna mascota, la expresión mencionada se menciona luego de atravesar una sensación que genera mucha tristeza, para demostrar de una manera metafórica el estado de ánimo generado.
Sin embargo, aunque sea una analogía habitual, la misma puede ser posible pese a que no lo parezca. Comúnmente conocido como el “síndrome del corazón roto”, la afección mencionada se caracteriza por el debilitamiento de la principal cámara de bombeo del corazón y suele aparecer tras una situación de estrés severo.
Ante esta realidad, de acuerdo al máster en psicología clínica por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en terapia cognitivo conductual y psicoterapia, Gerónimo Codas, se debe entender que la psicología y el cuerpo de una persona no son dos entidades separadas, sino que están íntimamente relacionadas.
Gerónimo Codas
“Toda emoción se ve reflejada en cambios en el cuerpo, como puede ser una presión en el pecho que algunos podrían describir como ‘el corazón roto’. De hecho, ciertos estudios de neuroimagen parecen indicar que las pérdidas se procesan en la misma área del cerebro que el dolor físico”, declaró el profesional.
De acuerdo a Codas, no se habla de un riesgo probable que genere la muerte con este tipo de afección y, de hecho, cuando uno sufre una pérdida, lo normal, esperable y saludable es pasar por un proceso de duelo y congoja. Así también, declaró que todas las experiencias físicas durante estos periodos son reacciones normales del cuerpo y no hay peligro de muerte.
POSIBLES CAUSAS
Según la Fundación Británica para el Corazón, alrededor del 30% de los pacientes no pueden identificar un disparador específico que les provocó la condición mencionada, pero las personas que pueden llegar a generar el síndrome, mayormente mujeres posmenopáusicas, experimentan dolor en el pecho, falta de aire, y en algunos casos palpitaciones, náusea y vómitos.
Mientras, el psicólogo Codas, indicó que uno de los principales problemas recae sobre los vínculos de apego significativos creados con otras personas, pues cuando uno de estos vínculos se rompe, se atraviesa por sensaciones muy aversivas que están ahí para decir que acabamos de perder algo de vital importancia para nosotros.
“Así, el apego y el duelo son factores motivacionales para que aprendamos a cuidar nuestros vínculos”, destacó el especialista. Igualmente, subrayó que una ruptura y el consecuente duelo pueden ser muy estresantes, desencadenando reacciones emocionales secundarias como puede ser la depresión o un cuadro de ansiedad, lo que cataloga Codas como algo más problemático.
Por ello, ante la afección mencionada anteriormente, el especialista reiteró que consiste en un proceso totalmente normal que viene sin ser llamado y se va sin ser echado. Puntualizó que se le debe dar tiempo a la sensación, ponernos tristes, lamentarnos y luego de un lapso ir forjando vínculos nuevos o fortaleciendo los preexistentes.
“Si sospechamos que estamos pasando más allá de un periodo de duelo normal, siempre podemos acudir al servicio de un profesional de la salud mental, que nos va a orientar debidamente”, resaltó.
En ese sentido, resaltó que los malos momentos se pueden atravesar en cualquier momento de la vida. Cualquier persona de cualquier edad puede perder vínculos importantes y va a pasar un periodo difícil debido a eso.
“Lógicamente la forma de expresar esto sí depende mucho del estado evolutivo de la persona. No es lo mismo el duelo de un niño pequeño que el de un adulto o el de un anciano, pero sí se puede pasar por esto en todos momentos de la vida”, declaró.