Los paraguayos debemos asumir que este 2023 vamos a enfrentar uno de los desafíos cívicos más importantes de la era democrática que entra en su año 34. Ha transcurrido tiempo más que suficiente para calibrar sistemas, evaluar partidos y candidaturas y confeccionar una lista de prioridades a exigir a la comunidad de políticos que se va a lanzar de inmediato a la conquista de cuotas de poder.
En 5Días ya dejamos claro que en términos de gestión específica, las áreas de educación y salud pública requieren un repaso y actualización de programas. Pero globalizando el abordaje, lo que es dable esperar de la política es un compromiso claro y explícito para erradicar el uso del Estado como herramienta de enriquecimiento personal así como una decidida lucha contra el crimen organizado que cada día entierra un nuevo tentáculo en las instituciones de la República.
Todavía estamos esperando la transición del anti modelo de burócrata criollo -el que se apropia del cargo como un botín y un fin en sí mismo- hacia el servidor público, el que por aptitud, mérito y eficiencia evoluciona en la administración del Estado cumpliendo con su razón de ser, satisfacer las demandas y expectativas del ciudadano.
Este no es un objetivo inalcanzable. En la función pública existe un número considerable de profesionales de carrera que conocen sobradamente las funciones que les corresponden y saben cómo ejecutarlas. Lo que ocurre es que la política oportunista, la que considera el tesoro público como una fuente particular de financiación, rodea a estas élites de profesionales de una nube de parásitos que no sólo consumen valiosos recursos sino que además bloquean el correcto funcionamiento de cada oficina estatal.
¿Tienen una idea, señores políticos en campaña, de la tarea que les espera si llegan al poder? No van a ser suficientes los discurcitos, los rostros sonrientes o alzar un niño en brazos para la foto del marketing. Si los mueve un verdadero compromiso cívico, van a tener que entrar al gran leviatán del Estado con pico, pala y serrucho, metafóricamente hablando, para extirpar toda la grasa sobrante y dejarlo liviano y ágil para que cumpla con sus fines.
La carrera empieza ahora, sin vacaciones, ferias ni permisos especiales. Se acabó el recreo y empiezan las clases en serio. Y tendremos que ser examinadores implacables.
Así que, no nos decepcionen.
