Comentario 3×3
La cuestión vial paraguaya es ciertamente uno de los grandes rezagos, pero al mismo tiempo uno de los grandes centros de recursos financieros para la gran política.
No hay actividad en este campo que no esté salpicado por hechos de corrupción y especialmente, no hemos encontrado un mecanismo que nos permita hacer las obras públicas a costos que sean similares a los de la región.
A una empresa paraguaya se le paga casi US$ 2 millones por kilómetro de asfalto construido. En la Argentina está en US$ 700 mil, en Bolivia, US$ 600 mil, uno pregunta qué hace que una obra pública de ese tamaño cueste tanto en el Paraguay. La única respuesta para eso es corrupción.
No hay otra forma de hacer entender algo que no tiene ninguna razón para que llegue a esos niveles. No tenemos montañas, no tenemos complejidades en términos geográficos, pero sí un gran negocio, una gran mafia vialera que, en connivencia con el Estado, se lleva importantes rubros de nuestra maltrecha economía.
Deberíamos intervenir estas empresas y preguntarles a cada una de ellas por qué la construcción de las mismas carreteras en las mismas condiciones cuestan tres veces más caro en el Paraguay que en los países cercanos a nuestras fronteras.
Es el tiempo también de clarificar esta cuestión que, además de la necesidad de hacer las obras, debemos hacerlas con un sentido de rigurosidad financiera y tenemos que pagar de acuerdo a lo que realmente cuesta y no a lo que se le ocurre a los del sector privado en connivencia con el sector público.